Sábado 19 de enero de 2002
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AGUSTIN PEREZ PARDELLA
Rumbo al Nobel

 

 


P: Usted escribe básicamente teatro, pero también poemas y narrativa. ¿La versatilidad forma parte de su proyecto literario?

R: Mire, a esta altura yo creo poco en las clasificaciones. Cada historia encuentra su forma si hay un buen personaje, y yo los tuve: Cristo, Eva Perón, el Che, San Martín... Y ahora, 30 libros y muchos viajes después del comienzo, me honran con esta nominación al Premio Nobel, con la cual la SADE le dice al mundo que ofrece un autor que no sólo puede competir con todos los que se le pongan adelante, sino que además tiene estas excelencias: ha estado en casi todas las disciplinas, ha ganado premios de teatro y hecho cine. En ese sentido, lo importante no es la forma sino el don poético que tiene una persona para encarar su creación literaria.

P: ¿Sólo siguió "el don", entonces?

R: Sí y le di al teatro argentino muchas obras. Así fue, por ejemplo, cómo me metí con la historia del siglo XV y conté la vida de Girolamo Savonarola, el fraile dominico que perdió la carrera de la canonización contra Tomás Moro. "Savonarola", fue elogiada por el Jefe de Gobierno de la Toscana cuando acá todavía la confundían con el nombre de un jabón. Después, ganó varios premios y con el tiempo se convirtió en un éxito de taquilla en el Teatro Cervantes con 72 mil espectadores.

P: ¿Se siente un hombre del espectáculo?

R: No, yo siempre me sentí un escritor. E incluso, cuando abordé la historia lo hice desde la literatura porque siempre creí que es el arte de las artes, la que está en línea directa con el alma. Uno construye su obra de a poco, desde el silencio, desde el lenguaje y a puro esfuerzo. Por eso tengo los dedos mochos y dos operaciones en las manos de tanto darle a las teclas de la Olivetti: prefiero trabajar a dar entrevistas.

P: En todo caso, ambas tareas no se contraponen: las entrevistas permiten dar a conocer el trabajo y las ideas, ¿o no?

R: A veces. Pero por lo general, no me interesan los interlocutores culturales que adoptan los medios. No quiero convertirme en gente como García Hamilton o Pacho O''Donnell: alguien que dice o escribe cualquier cosa con tal de ganar unos mangos. Yo gané mucha plata escribiendo la verdad, sin necesidad de tergiversar nada. Así nació ese fenómeno que fue "José de San Martín: el libertador cabalga", un libro mío que ya lleva 6 ediciones. Y todo esto en una época en la que hablar de él era yeta, casi. Un país en el cual la gente en el Jockey Club decía: "Qué San Martín, che? ¿Ese que se casó con la de Escalada?"

P: ¿Por qué cree que debería darle el Nobel la Academia Sueca?

R: Mire, yo ya me considero hecho. No importa si la Academia me dice que no, porque para mí y mis lectores, los doscientos o trescientos mil que me han aplaudido y leído aquí o afuera, esta postulación supera cualquier homenaje, porque me coloca ante el mundo. Pero creo que nuestro país merece el premio porque es el que ha hecho el mayor aporte cultural de América latina. Me llena de orgullo, además, que en una tierra donde las culturas probritánica y afrancesada tuvieron tanto espacio, se privilegie una obra como la mía, de cuño español, que se entronca con lo más nacional. Por eso agradezco tanto las cartas de apoyo.

P: ¿Y las cartas en contra? Su nominación tiene mucho de alianza institucional, en momentos en que la representatividad de la SADE está muy cuestionada.

R: Cartas en contra no recibí. Seguro que otros desearían ser nominados. Pero como dice la SADE, la auténtica sociedad de escritores, la de Borges y Lugones: si hay otro autor que en todas las disciplinas que manejo, tenga una obra comparable y aún hoy esté sirviendo a la comunidad como yo en Argentores, que venga.


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