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AGUSTIN PEREZ PARDELLA
Rumbo
al Nobel
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P: Usted escribe
básicamente teatro, pero también poemas y narrativa. ¿La versatilidad
forma parte de su proyecto literario?
R: Mire, a esta altura yo
creo poco en las clasificaciones. Cada historia encuentra su forma si hay
un buen personaje, y yo los tuve: Cristo, Eva Perón, el Che, San Martín...
Y ahora, 30 libros y muchos viajes después del comienzo, me honran con
esta nominación al Premio Nobel, con la cual la SADE le dice al mundo que
ofrece un autor que no sólo puede competir con todos los que se le pongan
adelante, sino que además tiene estas excelencias: ha estado en casi todas
las disciplinas, ha ganado premios de teatro y hecho cine. En ese sentido,
lo importante no es la forma sino el don poético que tiene una persona
para encarar su creación literaria.
P: ¿Sólo siguió "el don",
entonces?
R: Sí y le di al teatro argentino muchas obras. Así
fue, por ejemplo, cómo me metí con la historia del siglo XV y conté la
vida de Girolamo Savonarola, el fraile dominico que perdió la carrera de
la canonización contra Tomás Moro. "Savonarola", fue elogiada por el Jefe
de Gobierno de la Toscana cuando acá todavía la confundían con el nombre
de un jabón. Después, ganó varios premios y con el tiempo se convirtió en
un éxito de taquilla en el Teatro Cervantes con 72 mil
espectadores.
P: ¿Se siente un hombre del
espectáculo?
R: No, yo siempre me sentí un escritor. E incluso,
cuando abordé la historia lo hice desde la literatura porque siempre creí
que es el arte de las artes, la que está en línea directa con el alma. Uno
construye su obra de a poco, desde el silencio, desde el lenguaje y a puro
esfuerzo. Por eso tengo los dedos mochos y dos operaciones en las manos de
tanto darle a las teclas de la Olivetti: prefiero trabajar a dar
entrevistas.
P: En todo caso, ambas tareas no se contraponen:
las entrevistas permiten dar a conocer el trabajo y las ideas, ¿o no?
R: A veces. Pero por lo general, no me interesan los
interlocutores culturales que adoptan los medios. No quiero convertirme en
gente como García Hamilton o Pacho O''Donnell: alguien que dice o escribe
cualquier cosa con tal de ganar unos mangos. Yo gané mucha plata
escribiendo la verdad, sin necesidad de tergiversar nada. Así nació ese
fenómeno que fue "José de San Martín: el libertador cabalga", un libro mío
que ya lleva 6 ediciones. Y todo esto en una época en la que hablar de él
era yeta, casi. Un país en el cual la gente en el Jockey Club decía: "Qué
San Martín, che? ¿Ese que se casó con la de Escalada?"
P: ¿Por
qué cree que debería darle el Nobel la Academia Sueca?
R: Mire,
yo ya me considero hecho. No importa si la Academia me dice que no, porque
para mí y mis lectores, los doscientos o trescientos mil que me han
aplaudido y leído aquí o afuera, esta postulación supera cualquier
homenaje, porque me coloca ante el mundo. Pero creo que nuestro país
merece el premio porque es el que ha hecho el mayor aporte cultural de
América latina. Me llena de orgullo, además, que en una tierra donde las
culturas probritánica y afrancesada tuvieron tanto espacio, se privilegie
una obra como la mía, de cuño español, que se entronca con lo más
nacional. Por eso agradezco tanto las cartas de apoyo.
P: ¿Y las
cartas en contra? Su nominación tiene mucho de alianza institucional, en
momentos en que la representatividad de la SADE está muy
cuestionada.
R: Cartas en contra no recibí. Seguro que otros
desearían ser nominados. Pero como dice la SADE, la auténtica sociedad de
escritores, la de Borges y Lugones: si hay otro autor que en todas las
disciplinas que manejo, tenga una obra comparable y aún hoy esté sirviendo
a la comunidad como yo en Argentores, que venga.
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