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LLORAR
EN PRIVADO, REIR EN PUBLICO
Por
Viviana Erazo (FEMPRESS) Autora
de más de una docena de obras de teatro traducidas al alemán, al francés y al
inglés, y de caricaturas que han sido publicadas en diarios y revistas
argentinas, en antologías de humor feminista y en los Especiales de Humor de Fempress,
la argentina Diana Raznovich estuvo recientemente en Santiago con motivo del
seminario "Mujer y Creatividad". Aguda como un estilete, imaginativa y
locuaz, esta dramaturga y dibujante es una de las pocas, si no la única
humorista latinoamericana que hace humor feminista. Como dice de sí misma, es
un "gag" permanente, una de sus caricaturas en vivo, que puede
salir una mañana, sin darse cuenta, con zapatos y medias de distinto color. -Todo
gran trágico posee sentido del humor. El pensador rumano, Ciorán, decía que
el ser ideal era un ángel devastado por el humor y un filósofo danés pensaba
que el humor era el pudor de la desesperación. ¿Qué es para ti? -En
principio, es una manera de vivir. Desde que me despierto hasta que me acuesto
estoy viviendo de manera humorística. El humor es, también, una suerte de
sabiduría que resuelve muchísimas tragedias sentimentales, económicas, políticas
y sociales. Ha surgido humor en los momentos más trágicos de la historia de la
humanidad. Con humor uno puede develar situaciones que desde otro lugar sería
muy difícil de hacer. Desde el humor te das permiso para decir cosas mucho más
atrevidas que si las dices con seriedad.
-Sé
que te ríes de todo pero, ¿hay aspectos de la vida y de lo que está
sucediendo hoy en el mundo por los cuales sientas especiales ganas de reír? -Tengo
más conciencia de las cosas por las que siento especiales ganas de llorar.
Porque así como me río, lloro. La especie humana ha venido en un tránsito
hacia la muerte, la depredación, el
"lightismo", la tontería, y nos estamos destruyendo. Eso me
asusta, me da la sensación de que estamos en un punto final. Esto me da ganas
de llorar y, al mismo tiempo, tengo esperanza. Si deseamos vivir, si deseamos
sobrevivir, va a surgir una manera de poder vencer el drama de la droga, de las
armas, del racismo. Un fundamentalista que cree que todo lo que piensa y dice es
verdad absoluta y mata por eso, me parece ridículo y me puedo reír, pero también
siento ganas de llorar. Me parece completamente absurdo que a estas alturas el
machismo no esté pasado de moda, pero, como no lo está, siento ganas de
llorar, pero me río. -¿En
el mundo hay una ausencia muy grande de humoristas mujeres? ¿Qué obstáculos o
inhibiciones les impiden crear humor? -Las
mujeres no hacen más humor por pudor. Hay un hábito del "buen
decir", del bien guardar la forma, de un control de sí mismas que en el
humor no cabe. Aún las más feministas guardan una forma. En el humor hay que
burlarse de otro y de uno misma. En la intimidad, hacen humor permanentemente.
Hay una tendencia femenina de llorar en público que a mi me cansa, entonces
prefiero llorar en privado y reírme en público. -¿Qué
tipo de humor están haciendo hoy las pocas humoristas que existen? -A
mi me encanta el humor que hacen las humoristas. Es un humor que incluye la
posibilidad de reírse de sí mismas, porque si no la incluimos estamos
perdidas. Si hubo una revolución en este siglo ha sido la revolución de las
mujeres, nos revolucionó a todas. Entonces, se ríen mucho de todo aquello que
tiene que ver con los roles masculino y femenino y destacan lo absurdo que ello
puede tener. Mi humor es feminista porque soy sensible a la discriminación que
padece la mujer en todas las áreas de su vida. Soy muy feminista en el humor, más
que en mi literatura, porque el humor radicaliza, no es de
"medias tintas", hay que tomar partido. Dado que hay tanto humor
machista, mi partido es un humor feminista. -Decías
que ha surgido humor en los momentos más trágicos de la humanidad. Estamos
viviendo uno de ellos. ¿Hay algo de lo que sucede en tu propia vida, en tu país
o en el mundo que te dé esperanzas de que algo pueda cambiar? -Te
voy a repetir la frase de un poeta argentino que dice:
"Yo no tengo esperanza, tengo imaginación". La esperanza tiene
algo que ver con esperar. Yo no espero que las cosas cambien, yo las tengo que
cambiar desde mi lugar, desde mis historietas, desde mis obras de teatro. La
palabra “esperanza” tiene doble filo. Por supuesto que si estoy creando
estoy esperanzada, porque estoy apostando al amor, a lo lúdico, a lo riesgoso,
a lo transgresor, y no a las armas, a la muerte, a intoxicar gente, a matar niños,
a prostituir personas. Yo me pongo al servicio de la ética y trato de criticar
el hacer no ético. Para eso tengo que entrar a negociar con el poder, porque no
creo en un purismo marginal que lleva a que mi hacer lo conozcan cuatro
personas. Yo hablo mucho del poder y de cómo instalar en él una nueva ética. -¿Qué
es lo particular, lo diferente que las mujeres pueden aportar? -Por
haber estado al margen de esta historia tan sanguinaria producida por los
hombres, porque nos han mantenido puertas adentro, en la intimidad, se ha creado
un espacio de mayor subjetividad en las mujeres. Los hombres han estado siempre
afuera y el mundo que tenemos es resultado de ello. Es muy fuerte lo que han
producido, con complicidad de las mujeres, mis abuelas, mis tatarabuelas que
aceptaron permanecer adentro. Ahora que las mujeres nos decidimos a salir,
llevamos en nosotras una historia de haber estado adentro. Eso es lo que podemos
aportar.
-¿Qué
le dirías a las latinoamericanas que empiezan o que quisieran hacer humor, pero
no se atreven? -Dos
cosas: que se atrevan y que sean constantes. Es necesario saber de qué uno se
va a burlar y elegir un punto de vista desde donde empezar a
"disparar". Necesitan ejercitar el poder de síntesis y aprender a
priorizar. El humor es una clase maestra en un segundo. Las mujeres que tienen
cualidades para el dibujo de caricaturas tienen que entrenarse en ese sentido,
las que tienen facilidad para las historietas tendrán que empezar a producir
personajes y aprender la técnica. Estoy haciendo talleres, donde me llamen,
para que las mujeres profesionalicen su humor, porque es una profesión de la
que se puede vivir y de la que hay gran escasez. Es un instrumento de trabajo y
de independencia de opinión.
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