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Sobre "AÑO NUEVO EN NUEVA YORK" "Año nuevo en Nueva York" es una novela "a lo Medina": descarnada, realista, audaz y sin ningún tipo de prejuicios. Entre lo marginal y lo humano relata una particular historia de amor entre un pintor y una prostituta que trabaja en los sórdidos ambientes neoyorquinos. La ciudad misma desfila en una cabalgata erótica, con iguales dosis de sexo y de violencia. Hay una búsqueda en Medina, una irrefrenable búsqueda: retratar lo humano aún desde la miseria: destacar los sentimientos a pesar de la promiscuidad; recordar el corazón en medio de una sociedad que aprisiona y asfixia por su materialismo. En este sentido, la misión está cumplida. Medina sigue teniendo esa extraordinaria sensibilidad para ponerse en la piel de quienes escapan a todas las reglas, de los que están al margen de los convencionalismos y las etiquetas. Quien lea esta novela, en suma, encontrará una descripción atenta de Nueva York. Pero no será desde la fría perspectiva de una tarjeta postal, ni desde la imagen ordinaria de las guías turísticas. No. El retrato de Nueva York surgirá después de conocer a quienes la conforman, la sufren y la viven. Todo, al estilo sin ataduras del autor. Dramática y optimista a la vez, amarga pero vital, dolorosa y esperanzada, esta obra deja un mensaje saludablemente obsesivo: aún desde la mayor degradación, el ser humano es capaz de conocer el amor. Gustavo Beliz, LA RAZÓN, 7-VII-1986 En esta novela, Medina nos lleva no de la mano sino a patadas, por la ciudad de Nueva York. Él nos abre las puertas y ventanas, destapa cañerías largamente clausuradas, sigue a un borracho, deambula por los suburbios, desviste a mujeres negras y blancas, se dedica a su amistad con LooSanty y juntos espían por la ranura de la felicidad en los pornos. Es una historia de amor. Él se enamora de ella, estriptisera sin nombre, nostálgica, romántica, sublime y diabólica. Ella es Nueva York y él la seduce con sadismo que ella pide a gritos. La ama en medio de la soledad desgarrante de las grandes ciudades. Tal vez tienen un hijo. Ella se va, pero promete volver, y él espera. Espera recorriendo la ciudad con los ojos de ella, aliviando su angustia entre los brazos de otras. Está el hombre solo en medio de la ciudad gigantesca, la pobre criatura tambaleante porque "vivimos en el aire, sobre un hilo, no tenemos base". Y el amor puede ser la salvación frente a ese mundo nauseabundo, pero si el amor fracasa "el sexo te acompaña cuando todos te han abandonado". Con su lenguaje directo, crudo y ágil, Medina nos cachetea desde el infierno con palabras sin pulir, ásperas; con ideas y sensaciones que se arranca de las entrañas. Sin piedad para el lector, con infinita piedad para sus criaturas. Es nihilista, sórdido, sensitivo al extremo, siempre auténtico. Leerlo vacía el estómago, deja casi asqueado. Mercedes Olcese, AMBITO FINANCIERO, 15-X-1986 |
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