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Sobre "GATICA" "Sé que detrás de mí hay millones de analfabetos y muertos de hambre que llorarán de alegría cuando el referí me alce la mano y también sé que millones se morderán las tripas de rabia". Así soñaba Gatica antes de pelear por el título mundial. ¿Es una novela? ¿O es la biografía más profunda sobre el único boxeador que llenaba el Luna Park la noche de los miércoles? Enrique Medina se topó con el personaje de su vida, el más peleador, inseguro, desvalido y trasgresor. Medina se detiene ante Gatica, vacila, lo ve enorme en su nobleza, inerme en su debilidad. Gatica sólo eludía puñetazos en el ring; en la vida jamás pudo esquivar los insultos, las humillaciones, las frustraciones, la deslealtad. Gatica es el peronismo, el cabecita negra por excelencia, el descamisado perfecto. Ama a Evita y siente un respeto temeroso y agradecido hacia Perón. "El comienzo del esplendor no es más que el resultado del empecinamiento y el dolor y la furia de los cementerios y las escuelas y cárceles y las guerras que yo no inventé". Medina tiene razón. Pegarle a Gatica es ensañarse con los débiles, aprovecharse de los de abajo, hacer de señora gorda. Consejo: Un fresco hermoso sobre los dorados años cuarenta, con el trasfondo de Juan Duarte y aquella irrepetible noche porteña. Este Gatica, igual que aquél, sólo conmoverá a la popular. No es apta para el ring-side... Oscar Muiño, HUMOR, Buenos Aires, Agosto de 1991 Las 307 páginas de "Gatica" se leen como una biografía. Las peleas con la vida y las profesionales arriba del ring –94 en total: 85 victorias, 2 empates, 7 derrotas- del mítico Mono Gatica son narradas con tal fuerza y pasión que mantienen la atención del lector hasta el final. Difícilmente otro escritor podría haber novelado mejor la vida de este símbolo popular. Victoria Verlichak, NOTICIAS, Buenos Aires, 21-VII-1991 Contradictorio y previsible como los mitos degradados del boxeo, víctima de un destino al que muy pocos escapan, José María Gatica trascendió a su tiempo y de algún modo lo representó. Fue un hombre que llegó al boxeo empujado por la vida y que no supo manejar el cambio brutal que cosechó a puño limpio. "Gatica, sin ayuda, cierra los ojos a las nueve menos cinco de la noche el miércoles 13 de noviembre de 1963. Tiene 38 años... Por su cara rueda una lágrima casi infantil, fuera de tono, ajena a su destiempo y sin saber que de inmediato se secará, sin dejar huella", dice Medina al final de esta novela que elaboró desde los detalles de la existencia del boxeador que le parecieron más significativos. Según la visión del autor, Gatica sí dejó huellas. El libro describe una trayectoria lineal, desde que la empobrecida familia llega a Buenos Aires y casi de inmediato comienza a depender de las pequeñas habilidades de José María, voluntarioso a fuerza de afectos. La adolescencia del Mono es narrada a través de pequeños descubrimientos del joven que se va haciendo hombre. ¿Fue así realmente su crecimiento? No es posible saberlo, y Medina justifica su ficción citando que "no es obligación del escritor describir los hechos como ocurrieron sino como pudieron o debieron haber ocurrido". En este contexto, la historia es verosímil, pinta de cuerpo entero al personaje con su inocencia, sus dudas, sus miedos y ambición. Tanto vale, de este modo, el episodio en que Gatica aprende a silbar como la grotesca compra de su automóvil o su encuentro con Juan y Eva Perón. Mezclados alrededor del mito, su familia ambiciosa a fuerza de miseria, sus amigos y consejeros, los periodistas y los otros boxeadores (en especial Prada, su interminable rival), la creencia en las cábalas, los adivinos, configuran también un entorno coherente. Medina recurre a la descripción relativamente objetiva, al cambio de personaje o al monólogo interior, según la circunstancia. Si hace falta destacar los miedos de Gatica o las justificaciones de su madre, utiliza este último recurso. Si quiere describir la emoción que generaba su trayectoria deportiva, mezcla lenguajes de modo dinámico para crear un friso impactante: "natural, casi escolástico, llega el zurdazo al mentón; y la derecha ¿para qué? Al oído con brumas y pájaros de Egipto y azotes de mares tan impetuosos y arrogantes como el cielo antes de Dios". Separada en dos partes (una que muestra el duro ascenso hasta el momento culminante del ídolo; y otra que, desde su derrota con Ike Williams resume su decadencia), la novela es un compendio de la inocencia y la furia, una síntesis de un país a través de un personaje que lo representa. El peronismo, los sentimientos confusos pero firmes de un pueblo desamparado pero esperanzado en un futuro glorioso, son elementos en los que Gatica es como el país. Medina no apunta a mostrar un mito, sino a describir una tragedia recurrente. Así, se justifican las caídas en lugares comunes que, no obstante, ayudan a ese friso general de tragedia que parece surgir de un conductismo ineludible. "La vida es un paracaídas agujereado", dice el personaje. Así fue su vida, representada intensamente en esta ficción. Roberto Delgado, LA GACETA, Tucumán, 1-IX-1991 |
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