Sobre "LAS MUECAS DEL MIEDO"


Enrique Medina se inscribe en la línea narrativa de Henry Miller, Louis-Ferdinand Céline, Norman Mailer y otros escritores cuya actitud frente a la literatura ha conservado una coherencia estético-ideológica, fuera de los marcos impuestos por la sociedad en la que les ha tocado vivir. Podría trazarse, además, un paralelo temático entre la obra de Medina y las de Bernardo Cordón, Elías Castelnuovo, David Viñas y otros narradores cuya corriente de meditación se ha orientado a desentrañar a fondo los problemas de la sociedad Argentina.

Medina gana sus créditos inaugurando un nuevo código de lectura. Su prosa es, sin duda, el producto de una incesante práctica de registrar sin atenuaciones el tumultuoso mundo interior de Buenos Aires, volcando en ello un criterio estrictamente personal. Testigo presencial de su época, sin extraviarse en exageradas disquisiciones, ajusta los hilos de la historia, anuda y completa las situaciones, logra un firme ensamblaje de capítulos. Medina aborda el tema desde su situación existencial, el clima áspero y desolador de su tiempo; sin embargo, la encarnadura realista de la obra no impide que en muchos pasajes se advierta un lirismo conmovedor que de pronto convierte al "lector intelectual" en el sepulturero de sus preconceptos literarios.

Las muecas del miedo, se ubica en el Buenos Aires de los finales del ochenta, para tratar de registrar el contraste entre el mundo de los creadores marginados y la hostilidad de un medio que los condena en forma inevitable a la indigencia cultural. Se entrecruzan historias, raccontos que ayudan a entender y descifrar a lo largo de toda la obra la estirpe perdedora, el caudal anecdótico que da forma a estos seres nítidos, librados al singular instinto narrativo de un autor.

A través de la crudeza de sus descripciones, nudosos delirios interiores, contrapuntos ideológicos, Las muecas del miedo alcanza la tensión y el tono necesarios que permiten al lector ir reconstruyendo la historia sin desconcentrarse del trágico, brutal y deslumbrante universo dentro del cual se desarrolla.

Nada resulta accesorio, cada frase desemboca en el amplio universo que da fuerza y sentido a la unidad conceptual de la novela. El narrador compromete mucho de su ser, el contenido denunciatorio de su mensaje apunta especialmente a desenmascarar los aspectos más sórdidos de la mediocridad y sus graves consecuencias sociales. Ocupan, además, un lugar de importancia, dentro de la obra, la impunidad de la censura y el funcionamiento del pequeño mundillo estanco del "stablisment", donde se elaboran los productos que neutralizan los pensamientos de las mayorías.

La llegada de LooSanty, el amigo, director de teatro que ha triunfado en tierras europeas, le abre las compuertas de una nueva esperanza. Favorecido por la suerte y su capacidad profesional, ha logrado instalarse en París y lo insta a viajar con él a su regreso. La encrucijada en la que se encuentra el personaje se abre a la interpretación del lector.

Hugo Corra, CLARÍN, Buenos Aires, 10-IX-1981


Medina cuenta la historia de una generación que él llama "invisible", posiblemente la que más sintió la frustración del pasado lustro, con sus lutos, sus desgarros, sus desencuentros. Es la historia del país, pero más de Buenos Aires, porque en este escenario se desarrolla el drama. Es un basto cuadro cargado de sombras, que se va integrando por acumulación de parejos destinos donde el fracaso graba su impronta.

El protagonista es un pintor que ha dejado de pintar y que encuentra en el recién llegado LooSanty, vuelto de París con una vocación realizada, el depositario de sus dudas, vacilaciones, de sus amargas y doloridas reflexiones.

Juntos han de recorrer la ciudad, han de visitar a los amigos de la primera juventud que los acompañaron en sus sueños, y en la recorrida indagarán con ojo crítico y lacerado todas las falencias de la vida argentina de hoy.

No hay aspecto de lo cotidiano porteño que no sea cuestionado. Todo es sometido a un feroz desmenuzamiento que aparece dictado por la fidelidad a las propias esencias, a un móvil ético que no oculta su profundo amor a Buenos Aires.

Con crudeza, con violencia, con ternura, con vigor Medina vuelca caóticamente conflictos, personajes, ásperos diálogos que muestran el derecho y el revés de la realidad. Podría decirse que a veces generaliza las situaciones que no son intrínsecas solamente de los argentinos sino que están condicionadas por un mundo en crisis donde se libra una guerra no declarada. Pero también podría decirse que no hay otra forma de conmover ni de sacudir el espíritu que dramatizando el propio entorno. Y esto es lo que hace Medina: sacude, golpea sin piedad para atacar la indiferencia y el miedo.

El protagonista duda entre irse o quedarse. LooSanty lo insta a la partida. El avión se apresta. Pero cuando el altoparlante lanza la última llamada, él renuncia al viaje, se queda, a compartir, quizá a luchar junto a los demás, quizá con la esperanza de que Buenos Aires "mejore su caparazón".

Una de las mejores novelas argentinas de los últimos tiempos. Merece ser leída y recomendada.

Raúl Larra, TIEMPO, Buenos Aires, Noviembre de 1981


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