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Sobre "PERROS DE LA NOCHE" Enrique Medina es un típico autor maldito, un humorista próximo a Twain, pero, al mismo tiempo, un estilista cuya aptitud para entender el lenguaje popular sólo es comparable con Ring Lardner, el autor de "El nido de amor". Y, sin embargo, Medina es un creador casi destructivo: no se hace la menor ilusión sobre la condición humana y, en sus cuentos y novelas, exhibe sólo criaturas ávidas, brutales, egoístas; peor aún: las describe sumidas en una incorregible mediocridad, en una profunda tristeza. Así lo vuelve a hacer en Perros de la noche, su última novela.: a la vez que revela su madurez expresiva. Enrique Medina construye una galería de personajes desolados, tímidos, dolientes, que deambulan por el mundo como sombras, para recalar en sus propias degradaciones y entregarse, inocentes, al fatalismo y a la frustración. Perros de la noche es una obra cruel, feroz, que pone de manifiesto, otra vez, la capacidad creadora del autor de Las tumbas y Sólo Ángeles. Hernán Saavedra, CLAUDIA, Buenos Aires, Abril de 1978 El talentoso autor de "Las tumbas", "Transparente" y otras obras ya inscriptas definitivamente en la historia de la literatura argentina vuelve, con esta patética Perros de la noche, a mostrar su amor por las criaturas marginadas que las sociedades producen. Lo hace con una prosa dura y brillante, con una crueldad que es sólo una fachada para ocultar un descarnado y conmovedor lirismo. Medina sabe transformar la materia por la que transita y eso lo coloca en la línea de los mejores narradores del mundo. Este libro es prueba de ello. RADIOLANDIA 2000, Buenos Aires, 24-II-1978 ... luego de cuya lectura puede señalarse ya sin titubeos su solidez como escritor, avalada por un estilo definitivamente asentado. Una historia oscura, plena de sordidez y dolor, en la que se mezclan el delito, la prostitución y el incesto, toma cuerpo a través de formas lingüísticas hábilmente delineadas. La misma aptitud se verifica en el clima otorgado a la novela, de un peso por momentos sobrecogedor. Hay algunos párrafos para recordar en especial, como el monólogo del viejo borracho, el del ex preso que cena con el protagonista y la entrega de Mercedes al acabado Ferreyra. REDACCIÓN, Buenos Aires, Febrero de 1978 |
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