| |
PRIMER CUADRO
LA ACCION SE DESARROLLA EN LA CASA DE CARMEN FONDEVILLA. EL LUGAR EVIDENCIA
PERTENECER A UNA CLASE MEDIA, ESTA BIEN ARREGLADO, CON BUEN GUSTO AUNQUE NO SE
ADVIERTE OSTENTACION ALGUNA: MUEBLES CUIDADOS, ALGUNOS CUADROS QUE NOS SEÑALAN
LA SENSIBILIDAD DE LA DUEÑA DE CASA Y ALGUNAS MASCARAS.
SON LAS OCHO DE LA NOCHE Y CARMEN ESTA INQUIETA, ATENDIENDO UN POLLO QUE ESTA
COCINANDO, ARREGLANDO CON ESMERO LA MESA PARA DOS PERSONAS Y CADA TANTO
MIRÁNDOSE A LA PASADA EN UN ESPEJO, SIN DETENERSE FRENTE A ÉL. ES UNA MUJER QUE
REPRESENTA UNOS 65 AÑOS, AUNQUE BIEN CONSERVADA. SUENA EL TELEFONO.
CARMEN: (ATIENDE) Hola (ESCUCHA) Trabajando, hija, a los apurones. (ESCUCHA)
Porque tengo el pollo en el fuego, estoy poniendo la mesa y todavía no terminé
de arreglarme. (ESCUCHA) No te rías, Ana, que hoy no es lo mismo que otras
veces. (ESCUCHA) Por supuesto que a Gregorio lo veo casi todos los días... pero
hoy es distinto. (ESCUCHA: SONRIE ENTRE NERVIOSA Y MOLESTA) Ay, Ana... se trata
de festejar los diez años en que nací de nuevo, ¿no entendés? (ESCUCHA.) ¡Bueno,
basta que no tengo tiempo para perder en bromas!
(SUENA EL TIMBRE)
(NERVIOSA) ¡Llaman! Debe ser Gregorio. ¿Cómo están los chicos? (OYE) Bueno,
hija, a la noche te llamo. (CORTA, RÁPIDO TRATA DE MEJORAR SU PRESENCIA Y VA A
ABRIR) Hola.
GREGORIO: (ENTRA. ES UN HOMBRE DE LA EDAD DE ELLA, QUIZAS UNOS
POCOS AÑOS MAYOR. SU PRESENCIA EVIDENCIA QUE ES UNA
PERSONA DE TRABAJO, VESTIDO PROLIJAMENTE Y HOY DE MANERA ESPECIAL PORQUE LLEVA
PUESTO UN SACO, PERO ES EVIDENTE QUE NO SE ENCUENTRA MUY COMODO DENTRO DE ÉL.
TRAE UNA BOTELLA DE VINO) Qué tal. (LA BESA CON CARIÑO) Como demoraste pensé que
habías ido al almacén.
(AMBOS ESTÁN NERVIOSOS)
CARMEN: No, hablaba con Ana.
GREGORIO: ¡Qué rico olor se siente!
CARMEN: ¿Sí?... estoy haciendo pollo.
GREGORIO: ¿Al horno, con papas? (LE ENTREGA LA BOTELLA DE VINO)
CARMEN: No, estoy probando una receta que me dieron: con naranja, limón, orégano
y algunas hierbas.
GREGORIO: (ASPIRA) Por eso ese olor tan lindo. ¿Recordaste lo de la sal, no?
CARMEN: ¿Cómo lo voy a olvidar? Después le agregás lo que quieras.
GREGORIO: Lo que quiero, no...¡lo que puedo! (REMEMORA) ¡La sal que le metía
antes a la comida! ¡Y chocolate, huevos fritos...!
CARMEN: (CONTINÚA CON LA CENA: DIVERTIDA) ¡No!... ¡Eso es veneno!
GREGORIO: Veneno para nosotros... ¡decíselo a un pibe de veinte!
CARMEN: Los tiempos cambian y hay cosas que se modifican.
GREGORIO: (SONRIE) ¡Y cómo se modifican!
CARMEN: ¿Por qué no vas destapando el vino?
GREGORIO: (CONOCE LA CASA; VA EN BUSCA DEL TIRABUZON Y DESTAPA LA BOTELLA,
MIENTRAS HABLAN) Me lo recomendó el Negro Espinoza... me dijo que es muy bueno.
Y no es tan caro.
CARMEN: Yo te invité, Gregorio. No tendrías que haberte molestado.
GREGORIO: Por ahora no tengo problemas. ¡Espero que todo siga así!
CARMEN: (LO MIRA) ¿Por qué lo decís?
GREGORIO: Las cosas no van bien en la ferretería.
CARMEN: ¿No me digas?
GREGORIO: Desde hace mucho que bajaron las ventas, pero últimamente...
CARMEN: ¿Espinoza piensa cerrar después de tantos años?
GREGORIO: Lo está pensando. (DESTAPO Y SIRVE EN DOS COPAS)
CARMEN: (CON OPTIMISMO) Bueno, Gregorio, a pesar de todo a vos te queda la
jubilación del ferrocarril.
GREGORIO: ¡Por supuesto, hay gente que ni eso tiene! Pero este trabajo me viene
muy bien... cómodo, cerca de casa. ¡En fin, a esta altura de la vida no hay que
hacerse mayores problemas!
(LE ENTREGA UNA COPA) ¿Hacemos un brindis?
CARMEN: (SONRIE) ¿Con el estómago vacío?
GREGORIO: (EN ACTITUD INTIMA, ACERCÁNDOSE) ¿Por qué no? Creo que hoy... va a ser
una noche distinta.
CARMEN: (TURBADA. LO MIRA. PAUSA: SE MIRAN A LOS OJOS) Salud.
(ES EVIDENTE QUE ALGO SUCEDE ENTRE ELLOS)
GREGORIO: (MANTENIENDO EL CLIMA INTIMISTA) Me gustó mucho que me invitaras a
comer así... de manera especial.
CARMEN: (SOBRIA, AUNQUE INQUIETA) Es que Gregorio... ¡me salvaste la vida! ¿O te
olvidás?
GREGORIO: (SONRIE) Cualquiera que te escuchara puede pensar que soy... ese del
cine, el musculoso...
CARMEN: (SONRIE) No serás Schwarzenegger, pero estoy vivita gracias a vos.
¡Cuatro de marzo del 94: hoy exactamente diez años!
GREGORIO: (SIN DARLE IMPORTANCIA) Fueron un par de brazadas... y agarrarte del
cuello.
CARMEN: (RIE) Me salvaste del agua pero casi me matás ahorcándome. (SE TOMA EL
CUELLO, GRACIOSAMENTE) Me llevabas de acá... y yo con todo el agua que había
tragado ¡ni podía insultarte!
(AMBOS SONRIEN: BIEN, A GUSTO.)
GREGORIO: Tendríamos que volver con otro grupo de jubilados... la pasamos muy
bien.
CARMEN: ¡No…! Te dije que a Mar del Plata… ¡nunca más!
GREGORIO: Es muy lindo.
CARMEN: En invierno, cuando hay no me tentaría meterme en el agua.
GREGORIO: (ESTAN MUY CERCA: QUEDAN MIRÁNDOSE. QUIERE DECIRLE ALGO PERO NO SABE
COMO EMPEZAR) ¿Carmencita... de verdad que hoy me invitaste por esos diez años?
CARMEN: (PAUSA: TURBADA) Por mi cumpleaños: cumplo diez años.
GREGORIO: ¿Nada más?
CARMEN: (SONRIE: COCHIBIDA) Qué puedo decirte, Gregorio.
GREGORIO: (PAUSA) Yo pienso... que hay mucho entre nosotros.
CARMEN: (ESPERA: INQUIETA.) Decime... ¿qué pensás?
GREGORIO: Y bueno... si es por una comida... ¡cuántos hace que vengo a tu casa,
dos o tres veces por semana!
CARMEN: Mucho... ya hace doce años que murió Rodolfo.
GREGORIO: Además vivo a la vuelta; nos estamos viendo de toda la vida. Más de
sesenta años…
CARMEN: (LE CORTA) ¡Basta de tantos datos!
GREGORIO: (APABULLADO) Pero creo que cuando hablamos de esta cena... yo te
propuse hablar de cosas... ¡de nosotros!
CARMEN: (TENSA, INDECISA, LO MIRA)
GREGORIO: Y vos estuviste de acuerdo… ¿Es así?
CARMEN: (NERVIOSA) Este… sí, sí… claro.
GREGORIO: Me parece que… haciendo tanto que nos conocemos... ¡Perdoname... yo
soy a la antigua.
CARMEN: (SONRIE) ¿Qué querés decir?
GREGORIO: Y... que las cosas tengo que decirlas... como cuando éramos pibes. En
cambio los chicos de hoy...
CARMEN: (DIVERTIDA) Son prácticos... ¡y rapidísimos!
GREGORIO: ¡Somos de otra época! Pero quería decirte que nosotros... bueno, vos y
yo... (NO SABE COMO SEGUIR)
CARMEN: (TENSA) Sí, claro... vos y yo...
GREGORIO: (DUBITATIVO) Este... ¡Sí, sí, vos y yo!
CARMEN: (PROCURA AYUDARLO, NERVIOSA) Digamos... que los dos.
GREGORIO: ¡Eso, eso... los dos! Nos tenemos mucho cariño... (SE TRABA)
CARMEN: ¡Por supuesto, Gregorio... somos primos!
GREGORIO: Yo necesito verte... todos los días. Saber qué pensás... hablarte
todos los días... (NO SABE CÓMO SEGUIR)
CARMEN: (CONMOVIDA) ¿Verdad, Gregorio?
GREGORIO: ¡Te lo juro! Me preocupo a veces al pensar si necesitarás algo.
CARMEN: (EMOTIVA) Gracias.
GREGORIO: Siendo así... ¿por qué nosotros... los dos... no tratamos de?...
CARMEN: (PAUSA. INQUIETA, LO MIRA) Te escucho, Gregorio.
GREGORIO: No es fácil.
CARMEN: (INGENUA, SIN BROMAS) ¿Te parece?
GREGORIO: (LE CUESTA) Vos entendés lo que te digo... ¡nos conocemos de ¡toda la
vida! (LE TOMA LA MANO, DECIDIDO) ¡Yo te quiero mucho, Carmencita! ¡Quería
decírtelo y me costaba! (LA MIRA. PAUSA. ANTE SU SILENCIO: SORPRENDIDO) ¿Me
escuchás?
CARMEN: (PARALIZADA.) Sí.
GREGORIO: ¿Entonces?...
CARMEN: (REPENTINAMENTE, ASUSTADA) ¡El pollo! ¡Se me está quemando el pollo! (SE
VA HACIA LA COCINA: HUYENDO)
GREGORIO: (DESCONCERTADO) ¿Pero cómo?...
CARMEN: Perdoname... ¡se me quema! (SE DEDICA A LA COCINA)
GREGORIO: Pero yo te estaba diciendo...
CARMEN: ¿Sentís el olor a quemado?
GREGORIO: (QUEDA PARALIZADO, SORPRENDIDO.)
CARMEN: Tenía que haberlo sacado hace cinco minutos.
GREGORIO: (CON BRONCA, GOLPEA UN PUÑO CONTRA SU OTRA MANO) ¡Ya estaba! ¡Ya la
tenía! ¡Me faltaba un poquito nomás!
CARMEN: (MIENTRAS PASA LA COMIDA DE LA CACEROLA A LA FUENTE)
¿Qué decís, Gregorio?
GREGORIO: (SE SIRVE VINO) ¿Querés un poco más de vino?
CARMEN: Todavía no terminé el que me serviste antes.
GREGORIO: (BEBE, MOLESTO) ¡Ese pollo maldito me vino a estropear todo!
CARMEN: (ALGO OYÓ) ¿Qué decís del pollo? Yo sé que a vos te gusta.
GREGORIO: (CON BRONCA) ¡Me encanta el pollo!
CARMEN: Vamos a ver cómo me salió. Espero que no se me haya pasado.
GREGORIO: (BEBE DE A TRAGUITOS. HABLA PARA SI) ¡Ahora hay que
empezar de nuevo! ¡Y venía bien! Lo tenía todo pensado… ¡y ya
estaba ahí! (CON BRONCA) ¡No se puede confiar ni en un pollo!
CARMEN: (SE ACERCA CON LA BANDEJA A LA MESA) A comer.
(LO MIRA, SORPRENDIDA.) ¿Hablás solo?
GREGORIO: ¿Yo…? ¡No, no! (SE SIENTA: ABSTRAIDO POR SU IDEA)
CARMEN: (LO MIRA) ¿No me decís nada del aroma que tiene?
GREGORIO: (DISTRAÍDO) ¿Qué cosa?
CARMEN: (SONRIE) ¡Ay, Gregorio! ¿De qué estamos hablando?
GREGORIO: (SERIO) ¡Buenísimo! ¡Maravilloso!
CARMEN: ¿Con esa cara? (SE DISPONE A SERVIR)
GREGORIO: (NO ESTA CONVENCIDO DE EMPEZAR A COMER) Carmencita, digo yo ... ¿por
qué no seguimos hablando?
CARMEN: Se va a enfriar la comida.
GREGORIO: Después la calentás.
CARMEN: Es una pena recalentarla… estando recién hecha.
GREGORIO: (SE INCORPORA Y SE LE ACERCA) Carmen, entre nosotros hay cosas más
importantes que comer. (LA MIRA: PAUSA) ¿O no?
CARMEN: (NERVIOSA) Y... puede ser.
GREGORIO: ¿No estás segura?
CARMEN: (SONRIE. SE ABLANDA) Es una manera de decir, Gregorio.
GREGORIO: (LA TOMA DE LOS DOS BRAZOS, LA PONE ANTE SI) Nosotros tenemos que
hablar, Carmen.
CARMEN: ¿Estás tan apurado?
GREGORIO: Para eso nos juntamos a comer: hoy no es como otras noches.
CARMEN: (NERVIOSA, TRATA DE DISIMULAR. NO SABE QUE DECIR)
GREGORIO: En este momento, es más importante hablar que comer.
CARMEN: (SERIA, TENSA. PAUSA.)
GREGORIO: Contestame. Decime algo.
CARMEN: (PIENSA) Estuvo claro en los dos... que de algo íbamos a hablar
GREGORIO: ¿Escuchaste lo que te dije antes…? .. ¿Pensás como yo?
GREGORIO: (MOLESTO PORQUE LA VE SONREIR) ¿Te reís de lo que te dije?
CARMEN: (ENSEGUIDA, CARIÑOSA) ¿Cómo podés suponer eso? ¡Tonto!
GREGORIO: ¿Entonces?
CARMEN: Me sonrío de nerviosa que estoy. ¿O no te diste cuenta?
GREGORIO: (SORPRENDIDO, LA MIRA: PAUSA) ¿Todavía te ponés nerviosa?
CARMEN: (SIMULA ENOJO, SIMPÁTICA) ¿Qué querés decir con "todavía"?
GREGORIO: (CONFUSO) Entendeme, Carmencita... ¡Uno tiene sus años ya!
CARMEN: ¡Vos lo tendrás!
GREGORIO: En el colegio vos estabas un año atrás.
CARMEN: ¡Estás loco!
GREGORIO: (SORPRENDIDO) ¿Vos también con eso? El otro día Nelba me quiso hacer
creer que terminó sexto grado, 4 años atrás que yo.
CARMEN: (CON SEGURIDAD) ¡Seis! ¡Tu hermana y yo terminamos juntas!
GREGORIO: ¡Será de Dios! ¡Resulta que ahora yo soy el mayor de todos!
CARMEN: (IRONICA) Perdiste la memoria, Gregorio.
GREGORIO: (MUEVE LA CABEZA. AL FIN VUELVE AL TEMA) ¿Qué me decís, Carmen? Antes
de que sirvieras la comida yo te dije algo... Porque ahí se te quemó el pollo.
(LA MIRA)
CARMEN: (PAUSA) Fue nada más que una excusa.
GREGORIO: (SE ALERTA) ¿Por qué... no sentís como yo?
CARMEN: (AHORA LO TOMA ELLA DE LAS MANOS) No digas eso.
GREGORIO: Explicame entonces.
CARMEN: Gregorio... ¿acaso no conocés a las mujeres?
GREGORIO: (SINCERO) La verdad, la verdad... no mucho.
CARMEN: Tenés que aprender que a veces... ¡hacemos cosas! (SONRÍE) Quizás...
¡para eludir una situación!
GREGORIO: (ASIENTE) Fue justo cuando te había dicho que… (LE CUESTA) …que te
quiero. ¿No sé si lo oíste?
CARMEN: (ASIENTE EN SILENCIO)
GREGORIO: Me dejaste con la palabra en la boca.
CARMEN: Supongo que por… miedo a asumir una responsabilidad.
GREGORIO: La verdad... ¡cada vez te entiendo menos!
CARMEN: (SONRÍE) Cuando era maestra... era frecuente que si hacía una pregunta
difícil, siempre algún chico pedía de ir al baño.
GREGORIO: (LA MIRA) ¿Y vos tenés miedo? ¿A tu...?
CARMEN: ¡Así de grandecita como me ves!
GREGORIO: ¡No entiendo! Nosotros nos conocemos de toda una vida. Al menos como
primos siempre nos tuvimos afecto. ¿Temor a qué?
CARMEN: No es fácil de explicar. (PAUSA) Por lo general, cuando queremos evitar
una situación... ¡es porque nos interesa mucho!
GREGORIO: (REPITE) ¿Te interesa... y te alejás?
CARMEN: (SONRIE) ¿Difícil, no? Te vas a reír, pero desde que apareció una
explicación y una definición para todo... ¡la vida resulta más complicada!
GREGORIO: ¿De verdad te parece?
CARMEN: Han cambiado tanto las cosas para nuestra generación... que estamos cada
vez más confundidos.
GREGORIO: (ASIENTE) En eso creo que tenés razón.
CARMEN: Recuerdo una cuarteta de García Lorca: ..."Al salir de tu casa, blanca
doncella, acuérdate que sales como una estrella" ¿Existen hoy las blancas
doncellas... o servirían de algo? ..
GREGORIO: (LA MIRA. SILENCIO: SE ALZA DE HOMBROS, SONRIENDO)
CARMEN: Todo cambia, Gregorio... ¡afortunadamente! Pero también hay cambios en
nosotros mismos... y no sabemos explicarlos.
GREGORIO: ¿Porque estamos grandes?
CARMEN: No estoy segura… más vale por una cuestión generacional, creo.
GREGORIO: Siempre fuiste muy complicada... ¿Será porque leíste mucho?
CARMEN: A veces pienso si el haber acumulado tanto conocimiento… no me habrá
confundido más. (SONRIE)
GREGORIO: A mí me gusta escucharte. Decís cosas interesantes.
CARMEN: Sin embargo... ¡las cosas que a vos y a mí nos interesa no las digo! (SE
MIRAN) Me preguntaste algo... y escapé con versos de García Lorca... ¡pero la
respuesta que vos querés! (NIEGA)
GREGORIO: (ASIENTE) Sigo sin entender… te digo... que te quiero... y vos te
alejás.
CARMEN: (PIENSA) Puede ser que... la posibilidad de alcanzar un deseo muy
querido... a veces provoca miedo.
GREGORIO: ¿Y te alejás? (SE RASCA LA CABEZA) ¡Esto sí que es complicado!
CARMEN: (LO TOMA DE LAS MANOS: SONRÍE SIMPÁTICAMENTE) Pero además de todo lo que
leí... no olvides algo muy importante, Gregorio... ¡soy una mujer! (SE VA
ACERCANDO) ¡Una mujer!
GREGORIO: ¡Qué complicadas son!
CARMEN: (SIN DEJAR DE ACERCARSE, CASI JUGANDO Y SONRIENDO) ¿Te parece?... ¡Nooo!
(AMBOS RÍEN; ESTÁN MUY CERCA)
GREGORIO: (DIVERTIDO Y NERVIOSO) Menos mal que yo soy hombre.
CARMEN: ¿No me digas?
GREGORIO: Y desde siempre.
(AMBOS RIEN. SE ABRAZAN Y SE ACERCAN LENTAMENTE.
CUANDO ESTAN A PUNTO DE BESARSE: SUENA TIMBRE)
TIMBRE
GREGORIO: ¡Qué puntería!
CARMEN: (SORPRENDIDA) ¿Quién podrá ser?
GREGORIO: (COMENTA PARA SÍ) ¡Me parece que hoy no es mi noche!
CARMEN: (PREGUNTA EN VOZ ALTA) ¿Quién es?
VOZ OFF: ¡Adiviná!
(CARMEN Y GREGORIO SE MIRAN)
VOZ OFF: ¿Es que no me conocés ya?
GREGORIO: (DESCONCERTADO) Parece la voz de Virgilio.
CARMEN: (SORPRENDIDA) Tenés razón... ¡pero está en España!
(PREGUNTA) ¿Virgilio?
VIRGILIO: (OFF) ¡Quién podría ser sino yo!
CARMEN: (ABRE, ALEGRE, CARIÑOSA) ¿Qué decís, loco?
VIRGILIO: (EUFÓRICO: LA ABRAZA) ¡Carmen, querida! ¿Cómo estás?
CARMEN: ¡Qué alegría verte! ¡Y qué sorpresa, por Dios!
VIRGILIO: ¡Tenía tantas ganas de verte!
GREGORIO: (TAMBIEN CONTENTO DE VERLO) ¿Qué hacés por acá?
VIRGILIO: (ABRAZA A GREGORIO CON CARIÑO) ¡Mi viejo amigo, Gregorio! ¡Qué
alegría!
(SE SEPARA Y MIRA A AMBOS) ¡Pero qué bien que están!
GREGORIO: ¡Vamos, Virgilio!... el que está bien sos vos. ¡Mirá qué pinta!
CARMEN: ¡Como siempre! ¡Elegante, buenas ropas!
VIRGILIO: (MODESTAMENTE) ¡Vamos, no me apabullen, por favor!
(VISTE MUY BIEN: SEA CON TRAJE O ROPA SPORT, SE NOTA
QUE ES DE BUEN CORTE, FINAS, DE BUEN GUSTO.)
GREGORIO: ¿Cuándo llegaste?
VIRGILIO: Ayer. Tuve un viaje largo porque no vine de Madrid. Fui a Turín a ver
a un amigo, hacer algunas cosas y llegué rendido. Así que ayer le dije a mi
hermana que no le diga a nadie que había llegado y dormí todo el día. ¡Pero qué
alegría verlos... y juntos!
CARMEN: ¡Y nosotros! ¿Cuánto hacía que no venías a Buenos Aires?
VIRGILIO: Cuatro años.
GREGORIO: No fallás nunca: años más, años menos... volvés.
VIRGILIO: ¡Son las fuentes, Gregorio! ¿Cómo puede no ver a Buenos Aires un
cantor de tangos?
GREGORIO: Lo bueno es que siempre volvés al barrio.
VIRGILIO: Es que sería un ingrato si no lo hiciera... están ustedes mis amigos,
mis hermanas, mis sobrinos, mis sobrinos nietos...
CARMEN: Verdad que tenés sobrinos nietos a montones.
VIRGILIO: No es por mis años... ¡mis sobrinas se casaron jovencitas! (RÍE)
GREGORIO: ¿Vos también sos menor que yo?
VIRGILIO: ¿Acaso lo dudás?
(RÍEN EN CLIMA DE CAMARADERIA)
CARMEN: Virgilio, llegaste justo cuando íbamos a comer.
GREGORIO: (MOLESTO) Pero Carmen, recién llegó de viaje... (SEÑAS DISIMULADAS A
CARMEN) se supone que querrá estar con las hermanas, con los sobrinos...
CARMEN: (COMPRENDE) Ah, bueno.
VIRGILIO: ¡No, por favor! ¡Con esas viejas!
CARMEN: (SORPRENDIDA) ¡Tus hermanas son menores que vos!
VIRGILIO: ¡Que van a ser menores! ¡Son unas ancianas!
CARMEN: ¡Virgilio, lo que decís! ¡Pobres!
GREGORIO: De todos modos hace cuatro años que no ve a la familia…
CARMEN: (CÓMPLICE CON GREGORIO) Claro, no lo había pensado.
GREGORIO: Servile un café, Carmencita.
CARMEN: (SE DIRIGE A LA COCINA) Lo caliento nomás, ya lo tengo hecho
VIRGILIO: (DECIDIDO) ¡No, qué café! ¿Con el olorcito que hay en esta casa no me
van a arreglar con un café?
CARMEN: (SE DETIENE, DUDA: MIRA A GREGORIO)
GREGORIO: ¿No querés estar con todos los tuyos?... ¡recién llegaste!
VIRGILIO: ¡Tengo mucho tiempo! ¡Dejame, que disfrute con ustedes!
GREGORIO: (NUEVAS SEÑAS A CARMEN)
CARMEN: (NUEVO INTENTO) Sin embargo, Gregorio tiene razón... ¡apenas si llegaste
ayer, Virgilio! La familia está primero.
VIRGILIO: Sería un hipócrita si diría que no tengo ganas de quedarme con
ustedes. La familia que espere, que me van a ver desde que me levanto hasta que
me acuesto. (RIE)
GREGORIO: (EN OTRO INTENTO) ¡Pero mirá que tus hermanas te extrañan! Siempre nos
hablan de vos cuando nos cruzamos.
VIRGILIO: (EN BROMA) ¡No me jodan más! ¡Me quedo con ustedes!
(CARMEN Y VIRGILIO: SE MIRAN, RESIGNADOS)
CARMEN: (NERVIOSA) Bueno... para nosotros es un gusto que te quedes.
GREGORIO: (EXAGERA, AUNQUE SERIO: RESULTA GRACIOSO) ¡Es una satisfacción
formidable!
VIRGILIO: (LO MIRA: DUDANDO) ¿De verdad?
GREGORIO: (EN IGUAL TONO) ¡Una explosión de alegría!
CARMEN: (ESCONDE SU SONRISA PROVOCADA POR GREGORIO MIENTRAS PONE CUBIERTO Y
PLATO Y COMIENZA A SERVIR)
VIRGILIO: Eso sí... Creo que tengo confianza para preguntarles: ¿alcanza?
Si no, vamos a comprar unas pizzas.
GREGORIO: Carmen cocina para un batallón (VA A BUSCAR UN VASO, LE SIRVE) Probá
este tinto, me lo recomendó el Negro Espinoza.
VIRGILIO: ¡El Negro Espinoza…! ¿Qué es de la vida de ese atorrante?
GREGORIO: Ya es abuelo.
VIRGILIO: ¿No me digas? ¿Pero qué edad tiene ese chico?
GREGORIO: Anda en los cincuenta y cinco más o menos.
VIRGILIO: Quiere decir que nosotros... ¡somos muchachos grandes!
(LOS TRES RIEN)
GREGORIO: (LE ACERCA EL VASO A CARMEN) Vamos a brindar.
LOS TRES: ¡¡Salud!! (CHOCAN SUS VASOS, ALEGREMENTE)
VIRGILIO: ¡Por los eternos reencuentros con mis amigos de la infancia!
CARMEN: (CONTINÚA SIRVIENDO) Siéntense.
GREGORIO: ¡Pero qué bien estás, Virgilio!
CARMEN: Cierto.
VIRGILIO: No insistan que me lo voy a creer.
GREGORIO: ¿Te cuidás en las comidas?
VIRGILIO: (RIE) ¡Superman no soy! Poca grasa, manteca y fiambres. ¡Prohibido el
chocolate y las cremas!
GREGORIO: ¡Colesterol!
VIRGILIO: ¡Más alto que un astronauta!
CARMEN: ¿Pero te cuidás en serio?
VIRGILIO: (COMPRENSIVO CONSIGO MISMO) ¡De algo hay que morir!
GREGORIO: ¡Dejate de embromar, no seas tonto!
VRIGILIO: ¡Pero afortunadamente el vino no me lo prohibieron!
GREGORIO: A mí tampoco.
VIRGILIO: ¡Eso sí... no más de dos litros por comida!
(LOS TRES RIEN Y BEBEN. COMIENZAN A COMER)
GREGORIO: Y contá... ¿seguís cantando?
VIRGILIO: ¿Te parece que a mi edad voy a cambiar de profesión?
CARMEN: ¿Ahora debe ser un buen momento, no?... Porque el tango de nuevo se está
poniendo de moda.
VIRGILIO: Afortunadamente siempre tuve mucho trabajo.
GREGORIO: Hace muchos años que te fuiste.
VIRGILIO: ¡Para qué recordar números!
GREGORIO: Juan Carlos estaba por nacer.
VIRGILIO: ¿Qué es de la vida de él?
GREGORIO: Bien, trabaja en el banco... ya tiene dos hijos adolescentes.
VIRGILIO: ¡En cualquier momento te hacen bisabuelo! ¿Y los otros?
GREGORIO: Mirta se dedica a la casa; tiene tres hijos. El marido está bien y
viajan mucho. Y Martín… es el bohemio.
VIRGILIO: ¿No me digas? ¿Pero no es médico?
GREGORIO: Sí, claro, pero además con la señora hacen teatro, andan en esos
sótanos... ¡qué se yo!
VIRGILIO: ¡Qué bueno! ¡Grande, Martín! ¡Es de los míos!
(PAUSA. A CARMEN) ¿Y tus hijos?
CARMEN: Como todo el mundo: dichas, problemas, que andan justos de dinero... ¡en
fin, nada distinto a los demás! Claudio está un poco mejor porque la mujer es
abogada como él; tienen un estudio, algunos años en la profesión y se defienden.
VIRGILIO: ¿Ana es maestra, no?
CARMEN: (IRÓNICA.) La misma dicha que la madre: docente. ¡Huelgan comentarios
sobre bienes e inversiones! (RIEN LOS TRES)
VIRGILIO: ¿Cuánto hace que te jubilaste, Carmen?
CARMEN: (COQUETA, SIMPÁTICA) ¡Hay preguntas que no se hacen! (RÍEN)
VIRGILIO: (SIMULA SORPRESA) ¡Quiere decir que sos una chica grande ya!
CARMEN: (SIGUE LA BROMA) ¿Tienes alguna duda?
(RIEN LOS TRES)
GREGORIO: ¿Y vos, Virgilio? ¿Seguís con la misma pareja de siempre, no?
(CARMEN Y GREGORIO LO MIRAN: PAUSA)
VIRGILIO: (SONRIE, ENIGMATICO, CON MUECA INDEFINIDA) Ese es el motivo por el que
estoy acá. (SE PRODUCE UN SILENCIO)
CARMEN: ¿Ocurrió algo?
VIRGILIO: (ASIENTE) Llegó a su fin. (SORPRESA DE SUS AMIGOS. SIN DRAMATISMO
PROSIGUE) Lamentablemente Eleonora tomó una decisión... y yo no tuve ganas de
acompañarla.
GREGORIO: ¿Se separaron entonces?
VIRGILIO: Cuando murió su marido, ella heredó una casa de campo, mejor
dicho ¡una mansión!… en Tanger. En el norte de África, frente
mismo a España.
CARMEN: Me habías contado que el hombre estaba de buena posición.
VIRGILIO: ¡Sí!...era un industrial de la siderurgia. Y Eleonora quiso ir a vivir
a Tánger. Su hijo tiene allí plantaciones de tabaco.
GREGORIO: ¿Ahora se le ocurrió irse?
VIRGILIO: ¡Es el único hijo! Y vive con su mujer y los cinco hijos. (SIMPATICO)
¡Pero yo no tengo ninguna gana de irme al África! ¡Al África, Gregorio!
¿Escuchaste bien?
(AMBOS AMIGOS SONRIEN)
GREGORIO: Eran muchos años de vivir con esa mujer.
VRIGILIO: ¡Decímelo a mí! ¡Veintidós años!
CARMEN: ¿Y no hubo posibilidad de arreglo?
VIRGILIO: Ustedes no conocen a Eleonora... ¡es una roca! ¡Cuando se le pone
algo... ni Dios la hace cambiar!
CARMEN: Bueno, pero eran veintidós años de vivir juntos.
VIRGILIO: ¿Qué pude hacer? ¡Le agarró ese metejón! A ella siempre le gustó ese
lugar; con su marido iban a veranear. Entre nosotros... ¡es hermoso! ¡Unas
playas y una vegetación!
GREGORIO: ¿Por qué no te vas con ella entonces?
VRIGILIO: Te morís de calor todo el año. ¡Dejame!... A mí me gusta el clima de
Buenos Aires: frío, calor, de pronto el clima templado.
CARMEN: (CAUTA) Virgilio, supongo que también, algo andaría fallando entre
ustedes. Porque el hecho de cambiar de lugar para vivir, no puede ser motivo de
separación.
VIRGILIO: (ASIENTE) Eleonora es muy cambiante... ¡de pronto está eufórica, de
pronto enojada, o feliz, o autoritaria!.. Es tan cambiante como su vida: nació
en Castilla, se crió en Madrid y baila flamenco. (SONRIE)
CARMEN: ¡Qué contradictoria!
VIRGILIO: ¡Ella sola, es todo España! ¡Y uno se cansa!
CARMEN: Sin embargo... ¡tardaste veintidós años en cansarte!
VIRGILIO: (BROMEA) ¡Hay que reconocer que tengo mucha paciencia!
(RIEN)
GREGORIO: ¿Y cuando regresás a España?
VIRGILIO: (LOS MIRA) ¿Se sorprenderían si les digo que estoy decidido a quedarme
a vivir acá? (PAUSA)
CARMEN: (ASOMBRADA) ¡Qué bien, Virgilio!
GREGORIO: ¿No me digas?
VIRGILIO: Siempre pensé que mis últimos tiempos los pasaría acá. No me decidía
porque prácticamente tenía una familia en España... un trabajo en donde soy
conocido, amigos también... ¡En fin, treinta y ocho años es una vida! Pero
ahora...(GESTO)
CARMEN: ¿Lo pensaste bien?
VIRGILIO: (BROMEA) ¡Me buscaré otra Eleonora!
GREGORIO: Puede ser que la encuentres... ¡pero con tanta plata!
(GESTO ESCEPTICO. RIEN)
VIRGILIO: En fin... por ahora me dejaré llevar por la vida. ¡La vida manda!
(YA HAN TERMINADO DE COMER)
GREGORIO: ¿Siempre hacés aquellos tangos... los de nuestra época?
VIRGILIO: (ENTUSIASMÁNDOSE) ¡Cómo no! ¡Los más lindos!
GREGORIO: ¿Te acordás de aquel?... (CANTURREA DE MANERA DINAMICA, ALEGRE)
"¡Corrientes de antes, Corrientes angosta! De muchachito me conocés, yo he
compadreado por tus veredas, ¡paré en el feca, los Treinta y Tres!..."
(MIENTRAS CONTINUAN CANTANDO, CARMEN TRAE UNA GUITARRA DE ADENTRO Y SE LA
ENTREGA A VIRGILIO)
VIRGILIO: "Yo soy del tiempo del Pibe Ernesto, del gran Carlitos y el Cachafaz,
viví entonces mi cariñito, en un cotorro del Palomar"
A DUO: (CANTAN, ALEGREMENTE, SIN NOSTALGIAS: COMO EN UN JUEGO COMPLICE ENTRE
AMIGOS.)
¡Todo pasa en esta vida!
Te cambiaron Corrientes angosta.
Ya no sos la calle posta,
donde un día fui al bar.
Yo tampoco soy el mismo.
Hoy ni la pinta me queda de antaño,
y entre tus luces me siento tan extraño
que me dan ganas... de lagrimear.
CARMEN: (APLAUDE, EUFÓRICA) ¡Qué duo! ¡Muy bien! ¡Bravooo!
VIRGILIO: (ABRAZA, EUFORICO, A GREGORIO) ¡Qué bien está tu vos!
GREGORIO: ¡Dejate de embromar!
VIRGILIO: ¡En serio, Gregorio! (BROMEA) Que no te escuche ningún representante
que me sacás el trabajo.
CARMEN: Tiene razón Virgilio... ¡está maravillosa tu voz, Gregorio! Hacía mucho
que no te escuchaba.
GREGORIO: (SINCERO) En realidad... ¡ustedes son muy buenos!
CARMEN: No te subestimes. Siempre cantaste muy bien.
(GREGORIO, CON UN GESTO DE NO CREERLO. CARMEN ACARICIA CARIÑOSA A GREGORIO)
VIRGILIO: ¿Aprendiste guitarra?
CARMEN: Es de Ana, me la trajo porque el hijo más chico es un indio y se la
golpeó varias veces. Cantá otra cosa, Virgilio.
GREGORIO: (LE HACE UNA SEÑA) Otro día, Carmen... se le va a hacer tarde.
CARMEN: (ENTIENDE Y RECTIFICA) Ah, claro, tenés razón.
VIIGILIO: ¿Tarde a mí?... ¡No me acuesto nunca antes de las dos!
GREGORIO: Es por tus hermanas, que deben querer estar con vos.
CARMEN: Claro, pensá que llegaste ayer.
VIRGILIO: (SIMPÁTICO) ¡Si mis hermanitas me quieren ver, que esperen! (PUNTEA
CON LA GUITARRA. CARMEN Y GREGORIO SE MIRAN; CON DISIMULO, ÉL LE HACE SEÑAS DE
QUE LO HAGA IR)
CARMEN: (LUEGO) Otro día, Virgilio. Si te vas a quedar definitivamente,
nos va a sobrar tiempo para reunirnos y escucharte.
VIRGILIO: Es una pena porque se creó un lindo clima. ¿O… molesto?
(GREGORIO Y CARMEN: CRUZAN MIRADAS CÓMPLICES)
AMBOS: (AL FIN: DE COMPROMISO) ¡No, no! ¡Cómo nos vas a molestar!
VIRGILIO: ¿Por qué vamos a dejarlo para otro día…? Miren que a nuestra edad...
¡estamos en cualquier momento para el cachetazo! (RÍE
GREGORIO: ¡Ehhh... pará la mano!
CARMEN: ¡Qué maldito las cosas que decís! (LEVANTA LA MESA)
VIRGILIO: (PUNTEA CON LA GUITARRA) ¿Hacemos otra a dúo, Gregorio?
CARMEN: Sí, sí, canten. Mientras caliento el café.
GREGORIO: No sé si me acordaré laS letraS.
VIRGILIO: Seguime que yo me acuerdo. (PUNTEA Y CANTA: "MILONGA DEL MAYORAL")
Soy el criollo mayoral, que va,
que va tocando el vía, tararaí,
su cornetín de alegría,
que da la señal, de que ya viene el tranvía.
GREGORIO: (CON PICARDIA, RECITA)
¡Cuidado moza, cuidado!
Que primero hay que parar.
Si adelante no hay lugar,
¡siéntese en el acoplado!
VIRGILIO: (CONTINÚA, CANTANDO.)
Y soy soy el motormán, talán, talán,
que lleva de Once a Lorea, con seguridad,
para que el público vea lo que puede dar,
la electricidad.
GREGORIO: (RECITA, SOCARRÓN)
Al bajar del artefacto,
no me haga ningún pastel.
Compadre no pise el riel:
le puede agarrar ¡contato!
DUO: (CANTAN SIMPÁTICAMENTE)
El corazón, cinchando va en el pecho,
como el crisol, que tiene en el repecho.
Y si el amor, lo llama de un zaguán,
también el motormán, que es Don Juan y derecho
frenando dirá.
GREGORIO: (RECITA: SOCARRÓN, SOBRADOR)
Agarrate sentimiento, que aquí...
¡yo soy el que manda!
Si no te alcanza el asiento...
¡afirmate en la baranda!
DUO: (CANTAN ALEGRE, VIVAZ, PICANTE)
¡Y sin un percal bichamos,
en seco frenamos y hacemos betún!
Porque en cuestión de mozas
primero las cosas de Carancafún.
¡Porque en cuestión de mozas
primero las cosas de Carancanfún!
LOS TRES: (APLAUDEN, CONTENTOS, EUFORICOS.)
CARMEN: ¡Qué maravilla! ¡Ustedes tendrían que cantar juntos!
VIRGILIO: ¡No, no, alto que no quiero competencia! Está bien que el tango está
en alza, ¡pero mi amor no da para tanto!
(RIEN. CARMEN TRAE COPAS Y UNA BOTELLA DE CHAMPAGNE)
CARMEN: Descorchala, Gregorio.
VIRGILIO: ¿Pero qué es esto? ¿Qué están festejando? ... ¡Champagne!
CARMEN: Hoy hace diez años que Gregorio me salvó la vida.
VIRGILIO: ¿No me digas?
CARMEN: Casi me ahogo en Mar del Plata: nací de nuevo.
VIRGILIO: A decir verdad... ¡no vas a engañar a nadie que tenés diez años!
CARMEN: (COQUETEA) Todavía me dicen cosas algunos "señores".
VIRGILIO: ¿A una niña de diez años?... ¡Qué degenerados!
(RIEN Y GREGORIO SIRVE LAS TRES COPAS)
GREGORIO: Vamos, agarren las copas. (LOS TRES TOMAN SUS COPAS Y BRINDAN) ¡Por
los diez años de Carmen! ¡Salud!
CARMEN: ¡Y por el regreso de Virgilio!
VIRGILIO: ¡Y por la dicha de ver a mi amigo Gregorio! ¡Salud! (BEBEN)
GREGORIO: Te voy a hacer escuchar algo. (TOMA UN CASSET Y LO PONE. SE OYE LA
ORQUESTA DE ANIBAL TROILO, CANTANDO RAUL BERON; EL TANGO "IVETTE") ¿Qué te
parece?
VIRGILIO: (ENCANTADO) ¡Una maravilla... el gordo Troilo! ¡Y Raúl Berón... gran
cantor! (SE ENTUSIASMA Y ÉL TAMBIEN CANTANDO)
...Y entre el humo y la caña
resurgen en su memoria,
estas páginas de historia,
que el pobre bacán cantó.
Bulín que ya no te veo,
catrera que no te toco... ...
¡Qué tango, por Dios!... (REFLEXIONA) Es lindo estar en Buenos Aires.
CARMEN: ¿Extrañabas estas cosas?
VIRGILIO: ¿Qué argentino no extraña esto? ¡El tango escuchado donde corresponde!
Que lo toquen en Japón, en Europa… donde sea. Pero les aseguro… ¡el tango suena
distinto en Buenos Aires!
(LOS DOS AMIGOS SONRIEN, COMPLACIDOS)
GREGORIO: (QUEDA SENTADO EN UN SILLON, JUNTO AL CENTRO MUSICAL, ALGO ALEJADO DE
LOS OTROS: ESCUCHA TODO EL CASSET)
CARMEN: (LO MIRA A VIRGILIO) Virgilio, te repito algo que quizás estarás cansado
de escuchar (SONRIE) ¡Qué bien que estás!
VIRGILIO: (BROMEA) ¡Bueno, bueno! Es verdad que ando con la banderita de
"libre"... pero no acepto propuestas formales.
CARMEN: (RIE) Te lo digo en serio. ¿Cuál es la fórmula?
VIRGILIO: (LA MIRA, ENIGMÁTICO. LUEGO, EN UN TONO QUE ES
AMBIGUO: ENTRE LA BROMA Y LO SERIO) Creo que es
fundamental gratificarse en la vida, rodearse de cosas lindas.
Y para eso hay que querer, Carmen. ¡Esa es la fórmula!
CARMEN: (LO MIRA) ¿Te referís... querer a una pareja?
VIRGILIO: A todo: a una pareja, a los demás. Pero eso sí... ¡empezando por uno
mismo! (LA MIRA)
CARMEN: (DUDANDO) Eso lo escuché alguna vez...
VIRGILIO: Hay que ser egoísta.
CARMEN: (DUDA) Es un gran riesgo.
VIRGILIO: No lo creo; uno sabe hasta dónde.
CARMEN: Más que saber, uno lo intuye. ¿Y si se te va la mano?
VIRGILIO: Te insisto, Carmen: ¡para querer, hay que quererse!
CARMEN: En realidad, la fórmula de vivir mejor... debe encontrarla uno.
VIRGILIO: Así es. Si no me quisiera… hubiese ido a Tánger.
CARMEN: ¿Te parece tan malo eso?
VIRGILIO: Para mí, sí. ¡Siento que Eleonora me hubiera sometido! Y hubiese
aceptado lastimarme.
CARMEN: (PIENSA) Siendo así, me parece bien que hayas sido coherente.
VIRGILIO: No me hizo nada bien la ruptura... Pero supongo que yendo tras ella me
hubiese sentido peor.
CARMEN: (LO MIRA) ¿Te dolió mucho la separación?
VIRGILIO: (PAUSA. SIN EXAGERAR, AMENO COMO ES SU ESTILO) A veces la extraño.
Generalmente por la noche, cuando me quedo solo y no tengo con quien hablar.
(SONRIE) Peleábamos muchísimo... ¡hasta en la cama!, antes de dormir.
CARMEN: (SONRIE) ¡Ah, los hombres! ¡No hay nada que los conforme!
VIRGILIO: (LA MIRA) Hablás de mí... ¡pero vos estás hecha una piba!
CARMEN: Una piba con un montón de nietos.
VIRGILI0: No exageres. Sabés muy bien que los años cuentan en algunas cosas.
Pero en otras... lo que vale es el estado de ánimo.
CARMEN: (HALAGADA) ¡Quiere decir que me ves bien!
VIRGILIO: (COQUETEÁNDOLA) ¡Estás maravillosa!
GREGORIO: (AUSENTE EN LA CONVERSACION, AUN SENTADO EN EL SILLON, ESCUCHA MUSICA
Y BEBE)
CARMEN: (HALAGADA) ¡No sé cuánto tendrá de verdad!... Pero a veces es lindo
escucharlo.
VIRGILIO: Juro que es cierto… no lo dudes.
CARMEN: (ENTRE IRÓNICA Y EXCITADA) No es que dude, Virgilio... pero las cosas se
ven de acuerdo con el cristal con que se las mira. Y tu mirada está teñida de
muchos años de amistad...
VIRGILIO: ¡Y de cariño! No lo olvides. (AMBOS SE MIRAN. PAUSA) ¿Supongo que
recordarás... lo que sucedió entre nosotros?
CARMEN: (NERVIOSA: PAUSA. PRETENDE CAMBIAR DE TEMA) ¿Estás seguro que te vas a
quedar definitivamente en Buenos Aires?
VIRGILIO: (TRANQUILO) ¿Por qué cambiás de conversación? (LA MIRA) ¿Los años te
hicieron olvidar de aquello?
CARMEN: (INQUIETA) Uno olvida lo que quiere, Virgilio...
VIRGILIO: (SEDUCTOR) ¿Ese recuerdo... te resulta desagradable?
CARMEN: (SIGUE NERVIOSA, MIRA DE REOJO A GREGORIO; QUIEN PARECERIA CONTINUAR
OYENDO EL CASSET) No, para nada.
VIRGILIO: ¿Lo tienes presente?
CARMEN: Sí, claro. (SONRIE, AMABLE) ¡Pero no fue un gran amor, Virgilio!
VIRGILIO: (SEDUCTOR) Muchas veces te tuve presente... ¡allá, lejos!
CARMEN: Es bueno saber que se acuerdan de una.
VIRGILIO: Se trata de un recuerdo vívido...y muy hermoso. (LE TOMA LAS
MANOS, MOTIVO POR EL QUE CARMEN SE PONE MAS NERVIOSA)
CARMEN: (INQUIETA. SE PONE MÁS NERVIOSA) Pasó tanto tiempo.
VIRGILIO: Las imágenes de la primera juventud son muy difíciles de borrar
CARMEN: Quizás. Pero te repito, Virgilio: ¡lo nuestro no fue tan importante!
(INCOMODA Y NERVIOSA POR GREGORIO: DECIDIDA RETIRA SUS MANOS) ¿Por qué no cantás
otra cosa?
VIRGILIO: (LA MIRA: DESCONCERTADO) ¿Cantar ahora?
CARMEN: Claro. Fue muy bonito escucharlos a los dos.
VIRGILIO: (LA MIRA) ¿Te parece el momento adecuado?
CARMEN: ¡Claro! ¡Qué momento no es lindo para escucharlos a ustedes!
VIRGILIO: (NO MUY CONVENCIDO, TOMA LA GUITARRA) Si te parece.
CARMEN: Vení, Gregorio, cantá con Virgilio.
GREGORIO: (SE INCORPORA Y SE ACERCA: MIRA SU RELOJ, DUDA)
VIRGILIO: ¿Hacemos otra a dúo, Gregorio?
GREGORIO: (SERIO, QUIZAS UN TANTO MOLESTO, NO SE SABE SI PERCIBIÓ LO OCURRIDO O
ESTABA ABSORTO CON LA MÚSICA)
No, mañana trabajo. Tengo que acostarme.
VIRGILIO: (BROMEA) ¡Dejate de embromar... trabajar a tu edad!
GREGORIO: Si no fuese así, debería pedir prestado para llegar a fin de mes.
CARMEN: (INCÓMODA CON LA SITUACION) Quedate un rato más.
GREGORIO: Sabés que me levanto temprano. Y para vos también es tarde esta hora:
es lo que siempre me decís.
VIRGILIO: ¡Vamos… no te pongas celoso y la quieras mandar a la cama!
CARMEN: Hoy es un día especial, Gregorio... hacía mucho tiempo que no veíamos a
Virgilio.
GREGORIO: Se va a quedar mucho tiempo, así que lo vamos a seguir viendo
VIRGILIO: (SIEMPRE EN TONO DE BROMA) Pero es el primer día... ¡dale, quedate y
si es necesario mañana te vas sin dormir al trabajo!
GREGORIO: Lo lamento, Virgilio... no es mi manera de vivir.
(CARMEN Y VIRGILIO QUEDAN UN TANTO DESCONCERTADOS)
GREGORIO: Chau, nos vemos (VA HACIA LA PUERTA SEGUIDO DE CARMEN)
VIRGILIO: (QUEDA PUNTEANDO SUAVE CON LA GUITARRA.)
CARMEN: (INCÓMODA. CUANDO ESTAN JUNTO A LA PUERTA, LE DICE EN VOZ BAJA) Qué pena
que no te quedás.
GREGORIO: Vos sabés como son mis horarios.
CARMEN: (DE BUENA MANERA, INCLUSO CON CIERTAS CULPAS) Pero es un poco temprano
todavía. ¿Justo hoy te vas a dormir antes?
GREGORIO: Nosotros teníamos que hablar.
CARMEN: Sí, pero no estaba prevista la llegada de Virgilio.
GREGORIO: Podías haber ayudado para que se vaya y lo veíamos otro día.
CARMEN: Es que... las cosas se dieron así.
GREGORIO: Las cosas se dan como uno quiere.
CARMEN: (PRETENDE SUAVIZAR LA SITUACIÓN) No seas tan terminante.
GREGORIO: No sé si yo soy el terminante... o vos lo permitís todo.
CARMEN: (SORPRENDIDA) ¿Qué me querés decir?
GREGORIO: Vos sabrás. Chau. (LA BESA, SERIO. SE VA)
CARMEN: (QUEDA MAL, OBSERVA COMO SE ALEJA)
VIRGILIO: (DEJA DE PUNTEAR CON LA GUITARRA, LA MIRA) ¿Pasa algo?
CARMEN: (VA JUNTO A ÉL Y SIMULA, TRATA DE SONREIR) No, nada.
VIRGILIO: (SIRVE EN DOS COPAS Y COMENTA, AGUDO) ¿Sabés que en algunos momentos,
me pareció que entre Gregorio y vos...
CARMEN: (SE ALERTA) ¿Estás sugiriendo que hay algo…?
VIRGILIO: (LE OFRECE UNA COPA) ¿Por qué no?
CARMEN: Lo quiero muchísimo a Gregorio... ¡Toda una vida juntos!
VIRGILIO: Quiere decir que... (INSINUA, PICARO)
CARMEN: (SOBRIA) Por esas cosas que aún pasan en los barrios, siempre vivimos
muy cerca. En las mismas casas donde nacimos.
VIRGILIO: Como mi hermana, Matilde. (PICARO) Pero no me vas a negar que entre
ustedes... ¡algo en común hay!
CARMEN: Además de ser primos... nos pasaron cosas parecidas: nuestros
casamientos, la llegada de los hijos casi en las mismas épocas... Y finalmente,
enviudamos con tres años de diferencia.
VIRGILIO: (BROMEA) ¡Sólo falta que ahora se casen!
CARMEN: (TAMBIEN BROMEA) ¡Qué imaginación la tuya! (BRINDAN)
VIRGILIO: (LA MIRA. LUEGO) ¡Estás tan atractiva como siempre!
CARMEN: ¡Por favor, Virgilio!... Que me digas que estoy bien, que disimulo los
años... ¡hasta ahí te lo creo! ¿Pero atractiva?...
VIRGILIO: (LA MIRA) ¿Cuántos años hay que tener para ser atractivo?
CARMEN: No lo sé, pero hay una lógica.
VIRGILIO: Y esa lógica es la que hace que me resultes atractiva. No sería lógico
que a un chico de veinticinco le pasara lo que a mí.
CARMEN: (LO MIRA. PIENSA. LUEGO, SONRIE) ¿Sabés una cosa? Que hablás tan bien
como cantás.
(AMBOS RIEN. VIRGILIO VUELVE A SERVIR)
CARMEN: Me voy a emborrachar si sigo así.
VIRGILIO: ¿A esta altura de la vida vas a tener prejuicios?
CARMEN: Al contrario. Creo que a nuestra edad... ¡estamos habilitados para
hacerlo todo!
VIRGILIO: (LA MIRA: SONRIE. LUEGO, ADMIRADO) ¡Qué frase excelente! (REPITE
LENTO) ¡Habilitados... para hacerlo.. todo! ¡Buenísimo!
CARMEN: (SIMPÁTICAMENTE) ¿No lo creés así?
VIRGILIO: (EUFORICO) ¡Por supuesto! ¡Todo! (LA BESA EN LA MEJILLA: SE MIRAN)
¡Salud! (BEBEN) Ahora contame... ¡y decime la verdad! ¿Pasa algo entre vos y
Gregorio?
CARMEN: (MAS ANIMADA) No.
VIRGILIO: (BROMEA, AUNQUE HAY ALGO DE VERDAD) Quiere decir que vos también estás
con la banderita de "libre".
CARMEN: (EVADE LA RESPUESTA, BROMEA) Si es por eso... hace doce años que quedé
viuda.
VIRGILIO: ¡No, no, no... no! La banderita podrías tenerla... ¡pero tapada!
CARMEN: ¡Qué suspicaz! (AMBOS NO DEJAN DE BEBER)
VIRGILIO: Yo hablo de... ¡"habilitada para hacerlo todo"!
CARMEN: (DUELO DE SUSPICACIAS) Es cuestión de estados de ánimos.
VIRGILIO: Y de deseos.
CARMEN: Una cosa depende de la otra.
VIRGILIO: ¡Y viceversa!
CARMEN: (RIE) ¡Qué sutiles estamos!
VIRGILIO: (SE LE ACERCA) ¡Por algo será!
CARMEN: Cuando se es sutil; algo se esconde.
VIRGILIO: ¿Por pudor?
CARMEN: No lo sé.
VIRGILIO: ¿Miedo a enfrentar un sentimiento?
CARMEN: O un recuerdo tal vez.
(AMBOS SE MIRAN: PAUSA)
VIRGILIO: (SIRVE DE NUEVO) ¡Por aquel recuerdo... tan bello! (BRINDAN)
¡Salud! (BEBEN. SONRIENTES) Pensándolo bien... ¡era un tiro, yo!
CARMEN: Estabas en la edad del gran seductor... ¡tenías 22 años! (LO MIRA CON
EXPRESION IRONICA) ¿Cambiaste algo?
VIRGILIO: ¿A vos qué te parece?
CARMEN: (IRONICA) ¡No sé!... Seguís soltero.
VIRGILIO: Soltero... ¡pero con experiencia! (RÍEN. DE NUEVO EN ACTITUD INTIMA)
¿Recordás la Jazz de Eduardo Armani?
CARMEN: ¿Cómo no?
VIRGILIO: Bailando con él en River, me declaré.
CARMEN: No fue con Eduardo Armani...
VIRGILIO: (SORPRENDIDO) ¿No me digas?... ¿Estás segura?
CARMEN: Juan D'arienzo y Varela Varelita... pero en San Lorenzo
VIRGILIO: ¡Tenés razón! ¡Sí, señor, D'arienzo y Varela Varelita!
CARMEN: ¿Te falla la memoria... o te equivocaste con otra?
VIRGILIO: (LE TOMA LAS MANOS) Por favor, Carmen... podré equivocarme de
orquesta, pero nunca equivocarte con otra.
CARMEN: (SONRIE, BROMEA) Sin embargo en aquella época...
VIRGILIO: No me digas nada... ¡bien merecido lo tuve cuando me largaste!
CARMEN: (SONRIE. LUEGO) ¡Qué antigüedad... "me largaste"! Como si hoy dijéramos…
"me declaré".
VIRGILIO: (DIVERTIDO) ¡Cierto! Porque los chicos, ahora… después de acostarse un
año, se dan cuenta que están de novio.
CARMEN: (CORRIGE) ¡En pareja!
(AMBOS SONRIEN: PAUSA. SE MIRAN. SE CREA UN CLIMA CONFUSO, CARMEN ESTA TURBADA)
VIRGILIO: (SUAVE, CÁLIDO) ¿Sabés que esta situación me hizo acordar de un
vals?... ¿Querés escucharlo?
CARMEN: Por supuesto, me encanta como cantás.
VIRGILIO: (TOMA LA GUITARRA: PUNTEA.)
(CANTA)
Primero la cita lejana de abril,
tu antiguo balcón,
tu oscuro jardín.
Más luego la carta de pulso febril,
mintiendo que no,
diciendo que sí.
Romance de barrio: tu amor y mi amor,
primero un querer,
después un dolor.
Por culpa que nunca tuvimos,
por culpa que el destino,
Etc., etc., etc.
(ÉL LE TOMA LAS MANOS. QUEDAN MIRANDOSE A LOS OJOS,
EN SILENCIO.)
- A P A G O N -
SEGUNDO CUADRO
EN EL MISMO DECORADO ANTERIOR. LA MESA ESTÁ PREPARADA PARA TRES. GREGORIO CAMINA
LENTAMENTE, PREOCUPADO, PIENSA.
CARMEN LLEGA DE INTERIORES, CON ROPAS ACORDE AL MOMENTO Y AL LUGAR, MUY BIEN
ARREGLADA, CON ALGUN TOQUE ATRACTIVO.
CARMEN: Perdón por hacerte esperar… me estaba terminando de arreglar
GREGORIO: (COMO DISTRAIDO) ¿Eh?... Ah, no. No es nada.
CARMEN: (ACOMODA DETALLES DE LA MESA) Estás distraído, Gregorio.
GREGORIO: Puede ser.
CARMEN: ¿Qué te pasa?
GREGORIO: Nada. ¡O sí! Sí, en realidad me pasa.
CARMEN: (LO MIRA) ¿Algo serio?
GREGORIO: (DUDA) Según para quién.
CARMEN: (INTENTA SER SIMPATICA) ¡Qué enigmático!
GREGORIO: No es fácil de explicar (NO SABE COMO EMPEZAR) Es que... no sé si
estoy equivocado… (PAUSA. ELLA LO MIRA) Me cuesta porque fue todo tan… (DUDA)
sostenido por alfileres.
CARMEN: ¿A qué te referís?
GREGORIO: (GESTO DE IMPOTENCIA) Quizás yo interpreté mal... o es que vos me
demostraste algo y después te arrepentiste.
CARMEN: (SE ALERTA, SE TENSA) ¡Ah! (SILENCIO)
GREGORIO: (LUEGO) Supongo que lo imaginarás.
CARMEN: (HACE SILENCIO: NO CONTESTA)
GREGORIO: ¿Recordás hace una semana?... justo el día que llegó Virgilio.
Quedamos en hablar… (LA MIRA) de nosotros.
CARMEN: (SERIA) Lo recuerdo.
GREGORIO: En medio de la conversación llegó él... y todo se interrumpió.
CARMEN: Lo tengo presente.
GREGORIO: Creo que esa noche... ¡nos habíamos puesto de acuerdo!
CARMEN: No llegamos a nada, Gregorio.
GREGORIO: (TODO LE CUESTA MUCHO) Lo sé. Me expliqué mal.
(PAUSA) Mejor dicho... ¡empezábamos a arreglarnos!
CARMEN: (ACLARA) A hablar.
GREGORIO: ¡A hablar de nosotros! De nuestras vidas. ¿Es así?
CARMEN: (NEUTRA) Puede ser.
GREGORIO: De lo que podríamos hacer juntos... del futuro que podríamos tener. En
fin... de cosas que tienen que ver con nosotros dos.
CARMEN: (DE BUEN MODO, CÁLIDA) Quiero que aclaremos esto. Nosotros no hablamos
del porvenir o de lo que podríamos hacer juntos.
GREGORIO: (SORPRENDIDO) ¿Cómo que no?
CARMEN: Recordalo, por favor. Intentaste hacer un... acercamiento, por llamarlo
de algún modo. Y recordá que yo por poco, huí.
GREGORIO: Pero me explicaste que eso... de ir a ver que se quemaba el pollo, era
simplemente porque... ¡bueno, cosas de mujeres!
CARMEN: (AFIRMA) Te lo dije: para eludir una situación.
GREGORIO: Por miedo. ¿Pero miedo a qué?
CARMEN: (DESCONCERTADA) No lo sé, Gregorio... ¡ahí está el tema!
GREGORIO: Me dijiste que sentís como yo... que me tenés afecto.
CARMEN: ¡Muchísimo! Pero para hablar de unirse en un futuro... es necesario
mucho más que afecto.
GREGORIO: Sí, claro... (LE CUESTA) ¡amor, digamos!
CARMEN: Comprometerse. Y yo tuve una hermosa experiencia de vida con Rodolfo. Te
consta que lo amé. Y aunque hace años que murió... no sé si podría rearmar mi
vida junto a otra persona.
GREGORIO: Sin embargo, la semana pasada parecía que estabas dispuesta.
CARMEN: "Parecía", Gregorio. Y a pesar de "parecer"... se diluyó.
GREGORIO: No fue por culpa nuestra. Llegó Virgilio justo en el momento
que... bueno, que iba a... a proponerte esas cosas...
CARMEN: (DE BUEN MODO) Cuando uno está seguro y quiere llevar adelante
algo así.. te aseguro que jamás lo va a impedir la llegada de alguien
GREGORIO: ¿Entonces... tu interés no es tan grande?
CARMEN: No lo sé... ¡Tantas cosas pueden ser! ...miedo, inseguridad.
GREGORIO: Yo insisto… en haberte visto segura antes de que llegara Virgilio.
CARMEN: (SE ALZA DE HOMBROS) De haber sido así, no estaríamos hablando esto.
(PAUSA) ¿Te das cuenta?
GREGORIO: (DESCONCERTADO) Pareceré un ignorante, pero no te entiendo.
CARMEN: (CÁLIDA, LO ACARICIA) ¡Ay, Gregorio!... Yo desearía tener tu sencillez
en los deseos.
GREGORIO: (LA MIRA: NO LA ENTIENDE)
CARMEN: (SONRIE.) ¡No me mires así... como a un bicho!
GREGORIO: Para mí las cosas son claras... o simples si querés llamarla así.
¿Cómo puedo dudar de lo que quiero... de lo que siento?
CARMEN: Por eso te admiro: por esa claridad de la que hablás. Y que aunque
parezca simple... ¡es tan difícil de lograr!
GREGORIO: ¿Es tan complicado decirle a otra persona lo que uno siente?... A mí
me pasa lo mismo cuando le tengo bronca a alguien. Cuando trabajaba en el
ferrocarril, el capataz de soldadura era un mal tipo, al que nadie lo quería, y
a mí me hizo la vida imposible... Me aparecía rota la máscara de soldador, me
desaparecían los guantes, no me daba las varillas de soldar... en fin, era un
desgraciado. ¿Por qué yo tendría que demostrar que no me pasaba nada con él?
Claro, a algunos les hacía la mismo y sin embargo le sonreían.
CARMEN: ¡Eso admiro de vos, Gregorio! ¡Tu autenticidad! Que expresás las cosas
sin dobleces!
GREGORIO: ¿Dónde está el problema? ¿Es tan difícil?
CARMEN: (SUSPIRA) ¡No es fácil! (LO OBSERVA, ADMIRADA) Nunca te dije algo,
Gregorio... sos sencillamente un gigante.
GREGORIO: (SORPRENDIDO) ¿Por qué?
CARMEN: Cuando una persona posee tu capacidad para sintetizar un sentimiento...
¡es un coloso!
GREGORIO: (DESCONCERTADO) ¿De qué me estás hablando?
CARMEN: De lo que siempre fuiste. Recuerdo que con Irma procedías así... ¡era
encantador verlos a ustedes! Siempre lo dijimos con Rodolfo... y hasta creo que
los envidiábamos.
GREGORIO: Pero ustedes también se querían.
CARMEN: De otra manera. Él, como buen intelectual, daba muchas vueltas antes de
poder expresar lo que sentía.
GREGORIO: Carmen... yo siempre dije que te admiro por todo lo que leíste, por tu
información... pero a veces no entiendo por qué complicás tanto las cosas.
CARMEN: (SERIA) Lo tremendo es que yo tampoco lo entiendo.
GREGORIO: ¿No me digas?
CARMEN: Deformaciones de los que creemos tener cierta cultura.
GREGORIO: ¿Tiene algo que ver?
CARMEN: Es como un regodearse dando vueltas las cosas y mirarlas desde todos los
ángulos... y a la menor duda; enseguida poner todo en el telescopio para
analizarlo. ¡Pensar, repensar… en fin!
GREGORIO: Yo también pienso las cosas de los sentimientos.
CARMEN: ¡Pero una duda menor no te paraliza! A vos no se te modifica un
sentimiento porque tomando un café…¡se te ocurre alguna fantasía!
(NARRA EL CONCEPTO, ACTUÁNDOLO UN TANTO EXAGERADA) ¡Si caminara por el bosque y
apareciera el lobo! …¿qué haría Gregorio? ¿Me defendería o me dejaría en poder
de la bestia? .. ¡No! ¡Creo que como no corre mucho, pero sí tiene fuerza en sus
brazos, se treparía a un árbol y me dejaría en manos del lobo! (EXAGERADAMENTE,
COMIENZA A CONVECERSE A SI MISMA) ¡Sí, sí, seguro, él quiere demasiado a su vida
y se subiría al árbol más cercano dejándome frente a ese animal feroz!
GREGORIO: (PRETENDE DEFENDERSE.) Sin embargo yo...
CARMEN: (LO HACE CALLAR) ¡Nada! ¡Quedaría sola, frente al lobo! ¡Y Gregorio muy
cómodo; mirándome desde arriba!
GREGORIO: (HACE GESTOS, NIEGA, IMPOTENTE DE HABLAR) No, no…
CARMEN: (TERMINANTE) ¡Cada vez estoy más segura de que haría eso!
(RETOMA EL TONO NORMAL, AUNQUE IRONICA CONSIGO MISMA) Por lo tanto; ¡Gregorio me
ofrece dudas! ¡Y no podría arriesgarme con una persona que me dejaría sola
frente a un lobo! (CON UN SIMPÁTICO DESDEN) Entonces… a Gregorio ya no lo veo
tan íntegro como lo ví durante tantos años.
GREGORIO: ¿Te parece…?
CARMEN: Lo que significa que todas las expectativas que había puesto en
Gregorio...
GREGORIO: (PIENSA. LUEGO) ¡Qué lobo hijo de puta!
CARMEN: (SIMULANDO ESPANTO) ¡¡¡¡Gregorio!!!
GREGORIO: Perdón, Carmencita, sabés que no soy de decir esas cosas. Pero
realmente... entre ese lobo y Virgilio que llegó... ¡justo! ¡Qué complicado es
todo esto!
CARMEN: (SONRIE) La única complicada acá soy yo, Gregorio. Soy la que empantana
las cosas y no las deja avanzar.
GREGORIO: No entiendo por qué.
CARMEN: Supongo que me ocurre lo de toda la vida... ¡tengo miedo al compromiso!
Y establecer una relación... ¡no es cosa corriente!
GREGORIO: Pero vos comprometiste tus afectos… te casaste con Rodolfo.
CARMEN: ¿Olvidás la cantidad de años que estuvimos de novios…? Y no fue por
falta de posibilidades. Rodolfo era periodista y ganaba muy bien en el diario.
GREGORIO: Pero juntaban para comprar los muebles y las cosas de la casa.
CARMEN: (NIEGA) Es lo que decíamos a todos. Pero en realidad no hubiésemos
necesitado tanto tiempo. Si los dos trabajábamos y mis padres me dejaron esta
casa.
GREGORIO: (ASIENTE) Los tíos se fueron a vivir al departamento de atrás.
CARMEN: (LO MIRA) ¿Sabés a qué se debió el atraso de nuestro casamiento?... (LO
MIRA) Exclusivamente a mis miedos. (COMO SI HABLARA CON RODOLFO) "Rodolfo, creo
que antes de casarnos tendríamos que comprar otro juego de copas: uno para las
visitas y otro para diario. Rodolfo salió una heladera estupenda: chiquita y que
enfría maravillosamente bien".
GREGORIO: Claro, ustedes primero habían comprado esa Siam grandota que ocupaba
tanto espacio.
CARMEN: ¡Tres heladeras compramos antes de casarnos!
GREGORIO: La Westinghouse que todavía tengo yo, se las compré a ustedes: me la
vendieron sin usar.
CARMEN: Siempre perdía tiempo: heladera, muebles, el primer autito... ¿Sabés
como se le llama a eso? (LO MIRA)
GREGORIO: (ABRE SUS BRAZOS: GESTO)
CARMEN: ¡Inseguridad! ¡Temor! Es lo que me acompañó toda mi vida.
GREGORIO: (PAUSA) Si vos creés que necesitás más tiempo para pensar...
CARMEN: Para todo necesito tiempo... mi enfermedad es la indecisión.
GREGORIO: Creo que para todo, no.
CARMEN: Claro… como a cualquiera, pronto algo me puede movilizar sin saber por
qué… Por ejemplo cuando decidí el nombre de Ana.
GREGORIO: (SONRÍE) No así con Claudio… lo anotaste dos semanas después al chico.
¡Las vueltas que diste con ese nombre! ¡Le decíamos "el anónimo", pobrecito!
(AMBOS RÍEN)
CARMEN: En cambio mi amor por el nombre "Ana", fue inmediato.
GREGORIO: ¿A qué se debió?
CARMEN: Recuerdo que Virgilio había llegado a pasar unos días a Buenos Aires y
me contó que una chica en Madrid, en medio de una plaza se animó a recitar esos
versos de Pablo Neruda (RECITA)
Y una mañana todo estaba ardiendo,
y una mañana las hogueras
salían de la tierra,
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y cuchillos!
CARMEN: Le pregunté si la conocía y me dijo que no; que apenas terminó de
recitar salió corriendo. No era fácil en la época de Franco pensar como ciertos
poetas. Sin embargo alcanzó a escuchar que alguien la llamó "Ana" y enseguida me
enamoré del nombre
GREGORIO: (PENSATIVO) ¿Digamos que Virgilio te decidió a ponerle el nombre a tu
hija?
CARMEN: (LO MIRA. LUEGO, ACLARA) Me ayudó.
GREGORIO: (PREOCUPADO) ¡Qué extraño!
CARMEN: ¿Qué cosa?
GREGORIO: Ana tiene treinta y un años y recién ahora me entero que su nombre, se
debe a una anécdota de Virgilio.
CARMEN: Me pareció una actitud heroica la de esa chica que recitó.
GREGORIO: (REFLEXIVO) Las pocas veces que Virgilio volvió a la Argentina...
¡dejó sus cosas!
(AMBOS SE MIRAN, EN SILENCIO)
CARMEN: (LUEGO) Quise decir que a veces resuelvo rápido... ¡y ni yo misma sé por
qué!
GREGORIO: (EN SERIO Y EN BROMA) Espero que ahora... no te decidas rápido por
otro hombre.
CARMEN: (BROMEA) ¿Por qué no?
TIMBRE
CARMEN: Este es Virgilio. (SE DIRIGE A ABRIR)
VIRGILIO: (ENTRA, CONTENTO, BESA A AMBOS) ¡Hola, Hola! ¡Qué dice la muchachada!
(LE ENTREGA UN PAQUETE A CARMEN)
CARMEN: ¿Qué traés aquí?
VIRGILIO: Masas. Fui hasta "El Molino": está vieja y se nota que no la limpiaron
desde que se fundó... ¡qué pena!
CARMEN: Hace mucho que no voy. (LLEVA EL PAQUETE)
VIRGILIO: ¡Mejor: da lástima! Compré medio de kilo de las masas que siempre me
gustaron. ¡Con una crema que sólo allí la hacen! ¿Qué tal, Gregorio?
GREGORIO: (UN TANTO APAGADO) Hola.
|