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RESTAURANTE “EL MUNDO”
Pieza en un acto de Jorge Núñez
Personajes
(por orden de aparición)
Enrique, esposo de Beatriz
40 años. Con una constante actitud petulante, irónica, capciosa; conocedor del
poder que le
confiere ser dueño del restorán. Viste bien: informal, pero cuidadoso.
Beatriz, dueña del restorán
38 años. De agradable aspecto. Sobria y de buen gusto en el vestir.
Roberto, mesero
34 años. Amable, reservado, de aspecto agradable.
José, mesero
50 años. De contextura gruesa; camina con cierta dificultad debido a un problema
de pie plano. Es entusiasta para expresarse y por momentos exaltado; su conducta
está impregnada de cierta ingenuidad.
Felipe, encargado del baño de hombres
55 años. Antipático, prepotente. Parecería que nada le interesa ni llama la
atención, salvo el dinero, la coima, la rapiña. Pero tampoco recibe esto
demostrando interés, sino como si fuese una obligación que todos tienen para con
él.
Arturo, usuario del baño de hombres
38 años. Locuaz, viste regularmente y lleva un gazné rojo al cuello. Es
abiertamente homosexual.
Nelly, cocinera
28 años. Nada fina, pero de buen cuerpo y de formas exuberantes que trata de
resaltar. Posee una expresión seductora. Viste un delantal de trabajo color rosa
sobre su ropa.
El escenario esta dividido por una pared, que claramente delimita el sector
izquierdo y el derecho. Por delante, atraviesa todo el espacio escénico un largo
pasillo: una flecha que indica hacia la derecha: “TERMINAL DE MICROÓMNIBUS”.
En el sector izquierdo: un restaurante-confitería. Sugiere ser de grandes
dimensiones y categoria media, bien decorada y prolijamente conservada. Paralelo
a la pared divisoria, hay un largo mostrador. Frente al mismo unas mesas, que
evidencian ser solo las primeras de la gran cantidad que, aunque no se ven, se
supone que pueblan el salon de la confitería. Hacia el fondo dos puertas: una es
de la oficina y la otra de la cocina. A un costado, una vidriera que da a la
calle y ostenta un cartel pintado que se lee al revés: Restaurante “EL MUNDO”
En el sector derecho: salón de baños de hombres. Empotrados sobre una pared
lateral hay una hilera de mingitorios y en el fondo una hilera de puertas de
baños individuales. Hacia el otro costado, una puerta que da a un cuarto. Hacia
adelante, en la puerta de entrada del salón de baños, una mesa a la que se
sienta FELIPE, sobre la que hay trozos de papel higienico perfectamente
plegados, jabones, peines, frascos de lociones, etc. Junto a todo esto, un plato
con monedas y algunos billetes, todo en perfecto orden.
La acción comienza en el restorán. Beatriz está sentada al mostrador (de
espaldas a la pared divisoria) frente a la caja, llenando unas planillas
fiscales mientras Enrique, su marido, acomoda botellas de bebidas: toma una por
una las botellas que puso en el mostrador, las repasa con una franela y las
coloca en el estante.
ENRIQUE: ¡Cómo se amontona tierra acá! Tendrías que traer a una mujer para que
limpie esto.
BEATRIZ: (Sin Levantar la vista ve vas planillas) Decile a Nelly que lo haga.
ENRIQUE: (Molesto) ¿Cómo a Nelly…? Ella está para la cocina. En todo caso
podrías hacerlo vos. (Mira a BEATRIZ pero ella continua con las planillas. Luego
de una pausa y evidentemente molesto por ser ignorado) No te molestes en
contestar... total vos estás en otra.
BEATRIZ: (Por primera vez levanta la vista y lo mira, con actitud de prudente
molestia) Exactamente… Y no puedo estar en todo.
ENRIQUE: ¿Ni tampoco conseguir una mujer para que haga esto?
BEATRIZ: Decile a la que viene a la mañana a limpiar los pisos.
ENRIQUE: ¡Estás loca! Es una bruta que me rompería las botellas.
BEATRIZ: (Se alza de hombros y continua con las planillas)
ROBERTO: (Vestido de mozo: se acerca al mostrador. Pide) Un café.
ENRIQUE: (Serio aún, se dirige a la máquina a preparar el café)
JOSE: (Vestido de mozo, se acerca y le hace un guiño a ENRIQUE que no responde.
Luego) Enrique, ¿hablamos de una vez de los porcentajes?
ENRIQUE: (No contesta, continua haciendo el café)
JOSE: (Insiste) ¿Se acuerda que hace veinte días me dijo que íbamos a hablar?
(Nuevo silencio) Tenemos que ver eso porque estoy perdiendo plata.
ENRIQUE: (Le da el café a Roberto, ignorando a Jose. Luego dice a Beatriz) ¿Querés
que Nelly te prepare algo, un tostado?
BEATRIZ: No, gracias.
ENRIQUE: (Se va a la cocina)
JOSE: (Lo ve irse, con rabia. cambia miradas con Roberto, que sirve el vaso de
agua para acompañar al café y le dice por lo bajo) ¡Este es un rufián! (Se va a
una mesa y se sienta: serio, molesto)
ROBERTO: (Con la bandeja preparada, se acerca a BEATRIZ y le dice con una
sonrisa simpática) Perdone que la moleste en la suma de millones.
BEATRIZ: (Levanta la cabeza: le sonríe) ¡Millones…! ¡Qué fantasía!
ROBERTO: (De unos 34 años, aspecto agradable, simpático, seductor cuando se lo
propone, con un sentido de respeto que impregna a toda su actitud y lo hace a él
también merecedor de respeto) Avise si le sobra
BEATRIZ: (38 años, sobria y con buen gusto en el vestir. Su porte es delicado,
su actitud sobria. mantiene un trato distante con algunas personas y amable con
otras: según de quien se trate. Su estilo es mesurado) Estoy sumando los
impuestos que tengo que pagar la semana que viene. (Ambos sonríen) ¿Qué le
ficho?
ROBERTO: Un café para la mesa ocho.
BEATRIZ: (Acciona el teclado de la caja y luego le entrega el ticket)
ROBERTO: (Se aleja con la bandeja)
JOSE: (Cuando ROBERTO pasa junto a él, le dice en voz baja) ¿Viste lo que me
hizo Enrique? ¡Siempre igual! ¡Las quiere todas para él!
ROBERTO: (En buen tono) Calmate José, no te des manija.
JOSE: Hace tres meses que nos está bicicleteanto el porcentaje ¿Hasta cuándo
vamos a esperar? (Molesto también con Roberto) ¡Y vos también decile algo!
ROBERTO: Me pediste que te dejara a vos. Y este tema no se puede hablar de
cualquier manera.
JOSE: ¿Cómo entonces?
ROBERTO: Hay que encontrar el momento justo: sino el tipo te desgasta.
JOSE: ¡A mí no me va a gastar! ¡Yo se la sigo a muerte! Y sino... me la cobro de
otra manera.
ROBERTO: (Con un gesto de no estar de acuerdo, se aleja a servir el cafe)
ENRIQUE: (Regresa) Anotá: para mañana una bolsa de papas, diez kilos de tomates
y lechuga.
BEATRIZ: (Anota, extrañada) ¿A esta altura de la semana, otra bolsa de papas?
ENRIQUE: (Molesto) Es lo que me pidió Nelly. Si pensás que alguno roba, decíselo.
BEATRIZ: (Continúa en lo suyo: no contesta)
ENRIQUE: Además traé una bolsa de café.
BEATRIZ: (Ahora, seria, firme) Las cosas de la verdulería las pido por teléfono
y me las mandan... ¿Por qué no te encargás vos del café?
ENRIQUE: Pero yo salgo de casa a las siete y está cerrado. A vos te queda de
paso.
BEATRIZ: Andá a buscarlo más tarde; no es lejos.
ENRIQUE: (Molesto) ¿Qué te pasa?
BEATRIZ: (Firme) Subir y bajar del coche esa bolsa de diez kilos no es fácil
para mí.
ENRIQUE: (Fastidiado) Voy a la estación a hablar con los muchachos.
BEATRIZ: No te demores mucho porque en un rato tengo que irme.
ENRIQUE: ¿Ya empezás…? ¿Te molesta que hable de fútbol?
BEATRIZ: No me refiero a eso. A las once Martín toma la última mamadera y quiero
dársela yo.
ENRIQUE: (Se va. Cuando esta por salir lo aborda JOSÉ)
JOSE: Enrique, ¿hablamos de una vez de los porcentajes?
ENRIQUE: (De mal modo) ¿Me dejás tranquilo con eso?
JOSE: (Queda descolocado) Es que... ¿cuándo lo vamos a hacer?
ENRIQUE: ¡Dejame de romper vos y los porcentajes! (Se va. Sale al pasillo y
enfila hacia su izquierda: un cartel indica, "Estación Terminal")
ENRIQUE: (Cuando pasa frente a la entrada de los baños, adonde esta FELIPE
sentado a la puerta, le dice en actitud cómplice) En diez minutos vengo.
FELIPE: (Entiende) Vaya tranquilo, Enrique.
ENRIQUE: ¿Llamaste para que vengan a desagotar?
FELIPE: Vinieron a la tarde.
ENRIQUE: De acuerdo. (Se va a la estación)
FELIPE: (Cuando queda solo: despectivo) ¡Cómo jode con el desagote!
JOSE: (En la confitería, toma una botella de las que aun quedan en el mostrador
sin ser visto por BEATRIZ, la esconde bajo su chaqueta de mozo. Le hace un guiño
cómplice a ROBERTO)
ROBERTO: (Regresa de haber servido el café y alcanzó a verlo: hace un gesto de
desaprobación. Se sienta a una mesa, saca de su bolsillo una pieza pequeña de
madera y comienza a tallar, observando una lámina)
JOSE: (Bajo la chaqueta trata de disimular la botella) Señora, voy al baño.
BEATRIZ: (Sin mirarlo, porque continua en lo suyo, aprueba)
JOSE: (Sale rápido y se dirige al baño. Es de contextura gruesa, de unos 50
años, camina con cierta dificultad por culpa de un problema plantal. Entusiasta
para expresarse, por momentos exaltado, ansioso, su actitud está teñida de
cierta ingenuidad)
(MUSICA: se oye un tema populachero)
JOSE: (Llega a la puerta del baño donde FELIPE, sentado escucha música) Bajá esa
música. ¡Mirá! (ENTUSIASTA, LE ENSEÑA LA BOTELLA) ¡Whisky! ¡Criadores!
FELIPE: (Corta y pliega meticulosamente trozos de papel higiénico: lo hace
sistemática y metódicamente. tarea que es constante, nunca se detiene y la
realiza con esmero. Es un hombre de unos 55 años, seco en las réplicas,
antipático, prepotente, salvo excepciones, parecería que nada le interesa ni le
llama la atención, salvo el dinero, la coima, la rapiña. Pero tampoco los recibe
demostrando interés, sino como si fuese una obligación que todos tienen para con
él. Mira la botella que le exhibe Jose e inexpresivo continua en lo suyo)
JOSE: ¿Qué te pasa, Felipe? ¿No te gusta…? ¡Criadores! (Lo mira pero el otro no
responde: continua en lo suyo)
(LA MÚSICA ARRECIA)
JOSÉ: ¡Bajá la música que me mata! (Acciona el volumen del aparato)
(BAJA LA MUSICA)
JOSÉ. ¿Qué te pasa que no hablás? (Intenta esconder la botella bajo la mesa)
FELIPE: (Lo detiene, prepotente) ¡Acá no escondés nada!
JOSE: (Sorprendido) ¿Qué pasa?
FELIPE: Escabullila en otro lado. (Sigue en lo suyo)
JOSE: (Desconcertado) ¿Te rayaste, Felipe?
FELIPE: (De mal modo) ¡Acá no se esconde más nada! Te descubren a vos y nos
rajan a los dos.
JOSE: ¿Quién se va a avivar? ¡Imposible!
FELIPE: No sé, no sé... mucho compromiso. (Terminante) Guardá la botella en otro
lugar.
JOSE: Siempre la escondimos acá, es lo que arreglamos.
FELIPE: ¡Antes! ¡Ahora se terminó!
JOSE: Pero Felipe... ¿dónde querés que la meta? Si me agarra Enrique con esto me
echa.
FELIPE: ¡Es cosa tuya!
JOSE: (Lo mira sin entender. Luego, resignado, se sienta) ¿No hay mate?
FELIPE: (Enérgico enchufa el calentador eléctrico que ya tiene la pava encima.
Con brusquedad le acerca el mate y le ordena) Cambiá la yerba.
JOSE: (Con dificultad porque le molesta la botella, cambia la yerba del mate y
lo prepara. Silencio) Recién salió el último micro y fue poca gente a la
confitería.
FELIPE: (ENOJADO) ¡Sino hay un peso en la calle!
JOSE: Estamos a fin de temporada.
FELIPE: En todo el día... ¡apenas si hice medio rollo!
JOSE: ¿Nada más?
FELIPE: (Molesto) Y no todos te dan un peso... ¡hay cada miserable a los que
tendría que darle papel de lija!
JOSE: (Sonríe) Poca gente pero... (Huele el ambiente y gesto)
FELIPE: (Adivina el pensamiento de JOSE y pregunta, coercitivo) ¿Qué?
JOSE: (INHIBIDO) No, no, nada.
FELIPE: (En su tarea incesante de cortar y plegar papel higiénico, prolijo)
JOSE: (Prepara el mate) Recién quise hablar con Enrique de los porcentajes...
¡se escapó!
FELIPE: (Seguro, duro, serio) ¡Ése es un hijo de puta!
JOSE: ¡Cada vez que lo paro para hablar, dice que está apurado y se va!
FELIPE: ¡Justo a quién le vas a pedir aumento! ¡Ese tipo no quiere a nadie!
JOSE: (Con rabia) Siempre zafa de pagar lo que le corresponde.
FELIPE: ¿Es mucho?
JOSE: ¡Imaginate! Además no siempre ficha bien. Cuando hay mucha gente, en el
tumulto pasa los tickets sin número de mozo. ¡Y después andá a reclamarle!
FELIPE: (Sin darle importancia) ¿Qué dice el otro?
JOSE: (Sirve el primer mate) Roberto me da la razón pero dice que hay que
esperar el momento justo para hablar. ¿Qué se yo cuándo es el momento? (Le
entrega el mate a FELIPE)
FELIPE: (Recibe el mate) A ése parecería que le sobra la plata.
JOSE: Es un buen muchacho, pero no se calienta.
FELIPE: (Gesto de no estar de acuerdo) ¡Que se vaya al carajo! (Pausa: mientras
toma mate) De todos modos, los patrones son todos iguales.
JOSE: Pero Enrique es de lo peor. ¡Es un chanta!
FELIPE: Te lo dije mil veces: ¡es un hijo de puta! … ¿La señora los pasa con los
tickets?
JOSE: No creo, hasta ahora no la agarré en ningún renuncio. Es una buena tipa.
FELIPE: A Enrique tienen que apurarlo.
JOSE: Todavía no nos pagó los porcentajes de enero y febrero. ¡Imaginate la
plata que es!.. ¡Plena temporada! La confitería estaba llena de gente! ¡Ese tipo
es un cabrón!
FELIPE: (Le devuelve el mate y continúa con su tarea) ¿Y qué piensan hacer?
JOSE: (Se ceba un mate y bebe: toca la botella que tiene escondida) Mientras
tanto, yo me lo cobro de alguna manera. (Huele el ambiente, mira hacia los
baños)
FELIPE: (Molesto) ¿Qué pasa... sos fino ahora?
JOSE: No, no... es que hace como media hora que salió el micro de las veintidós
treinta… ¡sin embargo!
FELIPE: (Enojado) ¿Qué…? ¡El que viene al baño, sabe que acá no se cazan
mariposas! (Toma mate)
(La acción se traslada a la confitería. ROBERTO talla y BEATRIZ con las
planillas)
NELLY: (Se asoma desde la cocina: observa a BEATRIZ, quien trabaja concentrada y
no ve a NELLY. En la cara de ésta aparece una expresión de molestia y vuelve a
la cocina)
SUENA EL TELEFONO
BEATRIZ. (Atiende) Hola. (Escucha) Sí, señorita. (Escucha.) Un momento por
favor. (Deja el teéfono) Roberto, teléfono para usted. (Continúa en lo suyo)
ROBERTO: (Deja de tallar la madera. Un tanto sorprendido va a atender) Gracias,
Beatriz. Hola. (Sonríe) ¿Cómo te va? … ¡Me extraña que llames a esta hora!
(Escucha: hace un gesto de satisfacción) ¡Ah, bueno… al fin hay una decisión!
¡Esto parecía un trámite de ministerio! ... (Escucha. Sonríe y bromea, irónico)
¿Se puede saber Silvia, qué hay que esperar? (Escucha y replica en tono íntimo)
... Quiere decir que está la decisión… ¡pero tengo que esperar un poco!
(Escucha) No, ahora no puedo, Silvia. (Oye, sonríe) Me gustaría verte, pero
salgo de acá a las seis de la mañana. (Escucha) Seguro. Mañana nos vemos. (Oye)
Te llamo. Chau, un beso. (Corta. Se dirige a su mesa a continuar tallando la
pequeña pieza de madera)
BEATRIZ: (Lo observa. Luego, mientras continúa trabajando inicia la
conversación) ¿Qué está tallando?
ROBERTO: Talía, una diosa. La saqué de una ilustración de un libro de teatro.
(Señala una pequeña ilustración que tiene frente a sí)
BEATRIZ: ¿Fue a estudiar para tallar madera?
ROBERTO: Me enseñó bastante un escultor... Baigorría.
BEATRIZ: ¿En alguna escuela?
ROBERTO: No, era un vecino. Tuve la suerte de hacerme amigo de él. (Sonríe) Era
un tipo muy loco…¡pero muy talentoso! (Recuerda con cariño) ¡Todo un personaje,
Baigorría! (Reflexiona) Un hombre que me sirvió de modelo en la vida.
BEATRIZ: (Lo mira) ¿Se refiere a su conducta?
ROBERTO: Sí, claro. Muy ético… y un gran pacifista. (Con nostalgia) Era un
admirador de Mahatma Ghandi… no creía en la violencia.
BEATRIZ: (Sonríe) Tiene razón al decir que era un personaje… ¡en estos tiempos
ser pacifista!
ROBERTO: (Sonríe) Bueno... ¡los hay! (Luego) Y además Baigorria pertenecía a esa
raza de temerarios…que viven de acuerdo a sus principios... ¡a cómo piensan!
BEATRIZ: (Interesada) ¡Tema difícil ése!
ROBERTO: (Irónico, bromea) Primer punto:…¡hay que pensar!
(Ambos sonríen)
BEATRIZ: (Completa la reflexión: también irónica) Y después... ¡animarse! (No
deja de trabajar en su planilla, es la distancia que ella instala entre ellos, a
pesar de su amabilidad)
ROBERTO: ¡Que no es poco decir! Porque a veces nos quedamos con el deseo.
BEATRIZ: (PENSATIVA) No es fácil conciliar el quiero... con el puedo.
ROBERTO: Creo que hay que pelearla mucho... ¡no bajar la guardia!
BEATRIZ: (Deja de trabajar y lo mira: piensa) ¿Por qué está trabajando acá,
Roberto?
ROBERTO: (Sorprendido) Bueno… de algo tengo que vivir. Es un trabajo como
cualquier otro.
BEATRIZ: No digo lo contrario... pero no lo veo para usted.
ROBERTO: ¿Supone que merezco otra cosa?
BEATRIZ: Quizás otro estilo de actividad.
ROBERTO: (Sonríe) Antes que nada… ¡gracias! Pero la cosa está tan dura, que hay
que alegrarse sólo con conseguir un trabajo.
BEATRIZ: (Lo observa, piensa. Luego asiente en silencio)
ROBERTO: Créame que es así (Se anima: amable) ¡Lo extraño es que usted… esté
acá!
BEATRIZ: (Piensa lo que va a decir. Luego) Puede ser. Pero yo tengo una familia.
ROBERTO: Digamos que en usted se da el quiero... ¡y no puedo! (Pausa: la mira
pero ella hace silencio) ¿Se puede saber... qué es lo que desearía?
BEATRIZ: (Sonríe, continúa trabajando en la planilla: como una elegante manera
de no contestar)
NELLY: (Nuevamente se asoma y al ver a BEATRIZ se pone molesta. Vuelve a la
cocina)
(La acción continua en el baño, con JOSE y FELIPE)
JOSE: (Le da un mate) ¿Qué pasa Felipe que no me dejás esconder esto acá?
FELIPE: (Mientras bebe el mate y continua con lo suyo, responde contundente,
seco) ¡Mucho riesgo y por nada! ¿Está claro ahora?
JOSE: (Lo mira: entiende, sonríe) ¡¡Ahhh…!! ¿Era por eso…?
FELIPE: ¡No! ¿O te creés que yo estoy para joder acá?
JOSE: Pero siempre te traje algo.
FELIPE: ¡Antes! ¡Pero desde hace cuarenta rollos!… los tengo contados porque
terminé la bolsa... ¡que acá se escondieron botellas y no hubo ni una para papá!
(Se señala)
JOSE: (SORPRENDIDO) ¿Tanto tiempo…? ¡No me habré dado cuenta!
FELIPE: (Indiferente) ¿Qué soy yo acá…? .¡A otra cosa! Buscate otro aguantadero.
JOSE: (Lo mira: indeciso. de pronto se asoma al pasillo y súbitamente se
inquieta) ¡Ahí viene Enrique! (Se agacha, pretende colocar la botella debajo de
la mesa) Por hoy la dejo acá.
FELIPE: (Duro) ¡Acá no dejás nada te dije!
JOSE: Sólo por hoy, Felipe.
FELIPE: ¡No! ¡Aguantátela!
JOSE: (Nervioso) Me va a agarrar con la botella encima.
(Decidido, se agacha y la esconde bajo la mesa)
FELIPE: (Esboza una sonrisa perversa y le dice duramente) ¡Es la última vez que
dejás algo acá! ¿Oíste…?
JOSE: (Inquieto, nervioso) Sí, sí, está bien.
ENRIQUE: (Entra y mira fijamente a JOSE)
JOSE: (Nervioso) Hola, Enrique.
ENRIQUE: (Cambia una mirada cómplice con FELIPE) ¿Cómo anda la cosa? (Es un
hombre de unos 40 años, con una constante actitud de sobrador, irónico,
capcioso, conocedor del poder que le infiere ser el dueño de la confitería.
Viste bien: informal pero cuidadoso)
FELIPE: (Le concede una suave sonrisa, acompañada de un guiño cómplice)
Todo bien. (No deja su tarea de corte y plegado)
JOSE: Ya me voy, jefe, estaba tomando mate. (Le ofrece uno)
ENRIQUE: (Mientras bebe) ¡Después rompés con que te aumente el porcentaje!
¿Tomando mate trabajás vos?
JOSE: Vine un momento nomás.
ENRIQUE: Hay seis personas en la confitería… y dos mozos.
FELIPE: (Sin darle mucha importancia) Está todo difícil. Acá vienen tipos que
pasan al baño y no llevan papel higiénico... ¡no sé cómo hacen!
JOSE: (SERIO) ¡Y... la gente se arregla como puede!
FELIPE: ¡Con el diario! (Sigue serio en lo suyo)
(Los otros sonríen)
ENRIQUE: En la confitería está duro. (Irónico) Encima… los mozos piden aumento y
hacen fiaca! (En tono mordaz) Me parece que les voy a dar un raje a vos y al
otro.
JOSE: No, que en este momento conseguir un trabajo no es cosa fácil.
ENRIQUE: ¿Y conseguir clientes? A esta altura del año van sólo los pingüinos a
la costa.
FELIPE: Hay poca gente en la estación. Yo lo noto por los que vienen acá.
ENRIQUE: Fuera de temporada es el año de menos pasajeros.
FELIPE: ¡Dígamelo a mí! Otros años a esta altura, me hacía de tres a cuatro
rollos por día. Ahora vienen menos y parecería que se limpian con la mano.
JOSE: (Se va, riendo) Hasta luego.
ENRIQUE: (Por JOSE) Este se ríe... ¡total él cobra a fin de mes!
FELIPE: Me contó que le pidió aumento.
ENRIQUE: (Molesto) ¡Para eso son mandados a hacer! ¡El y el otro…! ¡Flor de
vagos!
FELIPE: (Mientras sigue en lo suyo) ¡No les dé pelota!
ENRIQUE: ¡Por supuesto!
FELIPE: Se creen que la plata la cagan los monos.
ENRIQUE: ¡Y este gil es el que va al frente! ¡Pero seguro que el otro le da
manija desde atrás!
FELIPE: Roberto es medio solapado... las mata de callado.
ENRIQUE: (Habla con seguridad, conocedor del poder que tiene)
A mí no me van a empaquetar: ¡Sino les gusta, que se vayan!
FELIPE: Si supieran lo que es trabajar no andarían jodiendo. (Serio y con
orgullo) ¡Yo ahora estoy bien, pero tuve que hacer muchos sacrificios para
llegar a esto!
ENRIQUE: ¡Qué van a hacer sacrificios, éstos! ¡Vagos!
FELIPE: Yo llegué acá cuando me despidieron en la fábrica, porque era de los más
nuevos.
ENRIQUE: Las fábricas textiles ya no venden nada.
FELIPE: ¡Lo traen todo de Taiwan! ¿Para qué quieren vigilancia sino hay
mercadería? .. ¡Venir acá no fue fácil! Ahora no es nada, pero al
principio...¡había que acostumbrarse a esto!
ENRIQUE: (Mientras FELIPE habla, toma un aerosol y tira en el ambiente) ¿Me
dijiste que vinieron a desagotar, no?
FELIPE: Sí. (Deja de hacer su trabajo, observa a ENRIQUE y le dice con un halo
de secreto) ¿Viene por... (Le guiña un ojo, cómplice)
ENRIQUE: (ASIENTE)
FELIPE: Entre.
ENRIQUE: ¿Limpiaste bien?
FELIPE: Por supuesto. (Nuevo guiño, cómplice) Le dejé un par de frazadas... ¡de
lo mejor!
ENRIQUE: (Se dirige a la puerta del fondo, se mete y cierra)
FELIPE: (Continúa con su labor de plegar cuidadoso el papel higiénico)
ENRIQUE: (Sale) No se puede estar ahí adentro. (Hace señas del mal olor. toma el
aerosol de desodorizar ambientes y perfuma el cuarto)
FELIPE: Fueron los del micro de las veintidós treinta... ¡mearon como caballos!
ENRIQUE: (Termina de tirar desodorante: huele) Ahora está mejor.
FELIPE: ¡Este perfume es una barbaridad... tapa todo!
ENRIQUE: (No muy convencido) No sé cómo hacés para estar todo el día acá.
FELIPE: ¡Qué sé yo! No siento nada.
ARTURO: (Llega de la estación, entra al baño y se instala en un mingitorio:
simula que orina y espía)
ENRIQUE: (Duda: se pregunta) ¿Qué hago? Arreglé que viniera pero está tardando.
FELIPE: Vaya hasta la estación...
ENRIQUE: (Duda. Luego) De paso se cambia la atmósfera.
FELIPE: Vaya tranquilo, Enrique... cualquier cosa yo le aviso.
ENRIQUE: De acuerdo. (Guiño cómplice: se va)
FELIPE: (Cuando ENRIQUE se fue, reacciona contra ARTURO) ¿Sos pelotudo vos? ¿No
ves que está el dueño de la confitería?
ARTURO: (Replica enérgico, con total desenfado) ¿Y qué tiene que ver? ¡Lo único
que falta es que no se pueda usar el baño! (Es un muchacho de unos 38 años,
locuaz en el hablar. viste regularmente y lleva un pañuelo rojo al cuello. Por
sus actitudes y su manera de expresarse, es homosexual y no tiene ningún deseo
de disimularlo)
FELIPE: (Enojado) ¿Vos te creés que es un imbécil este tipo? ¡Ya te vio varias
veces acá!
ARTURO: ¡Que se vaya al carajo y se ocupe de arreglar los baños! (Hay un
silencio tenso)
FELIPE: (Serio, continua en lo suyo.)
ARTURO: (Tras una pausa) ¿Qué pasa hoy, Felipe? (Se toca la nariz y gesto)
FELIPE: (Lo mira de mal modo, desafiante) ¿Vos también…?
ARTURO: ¡Ay, querido…! ¿Vos no sentís nada? … ¡Hoy sí que... (Gesto)
FELIPE: (Le interrumpe: agresivo) ¡Pasa lo de siempre!
ARTURO: (MORDAZ) ¿Lo de siempre? Por lo podrido... ¡cada vez se parece más a la
globalización!
FELIPE: Sino te gusta... ¡aire! ¡Menos problemas para mí! ¡Te las tomás!
ARTURO: (Sale del mingitorio, toma el frasco de desodorante y perfuma el
ambiente. luego saca dinero de su cartera y lo coloca sobre la mesa) ¡Tomá! Para
que te calmes… "aire".
FELIPE: (Detiene su labor y observa el dinero. luego, ordena) ¡Agarralo de nuevo
y llevátelo!
ARTURO: ¿Qué te pasa ahora…? ¿Enloqueciste…?
FELIPE: ¡Con esta plata no me vas a arreglar! ¡Buscate otro baño!
ARTURO: (Sin perder el desenfado) ¿Pero qué te agarró?
FELIPE: Te lo dije el otro día... ¡es poca plata por el riesgo que corro!
ARTURO: ¡No seas guacho!
FELIPE: (Prepotente, seco) Si te enganchan acá ¿quién te está aguantando?
(Continua en su labor) La cantidad que te dije o buscate otro baño.
ARTURO: (Lo mira, indignado. Indeciso. De pronto se escuchan pasos, se alerta y
corre enseguida a ubicarse en un mingitorio en actitud de estar orinando, pero a
la vez exhibiéndose provocativamente)
NELLY: (Se acerca por el pasillo, preocupada, en actitud de no ser vista)
FELIPE: (Al verla de lejos, enseguida le hace señas a arturo) ¡Rápido! ¡Rápido!
ARTURO: (No entiende) ¿Qué decís?
FELIPE: (Nervioso, imperativo) ¡Metete!
ARTURO: (Duda) ¿En el baño?
FELIPE: ¡Sí, carajo! ¡Rápido!
ARTURO: (Rápido se encierra en un baño individual y desaparece)
NELLY: (Llega, nerviosa) Felipe... (Mirada cómplice, señala la puerta del fondo)
¿Está…?
FELIPE: (Serio, inmutable como siempre) Vení.
NELLY: (Se acerca a él: es una mujer de unos 28 años, nada fina pero de buen
cuerpo, de formas y pechos exhuberantes, que siempre trata de resaltarlos con
las ropas. Posee una expresión seductora. Viste un delantal de trabajo, color
rosa) ¿Llegó ya... está adentro?
FELIPE: Pasá. (Se pone de pie)
NELLY: (Mira hacia ambos lados del pasillo cerciorándose que no la ven. Luego
ingresa rápidamente al salón de los baños)
FELIPE: (Apenas ella ingresa, la toma de los brazos y la acerca con fuerza, la
abraza, intenta besarla, acariciarla)
NELLY: (Inmediatamente reacciona, resistiéndose) ¡Dejame! ¡No seas pelotudo! …
¿Enrique está adentro?
FELIPE: (Serio y exigente, trata de mantenerla abrazada y acariciarla) ¡Vení
acá! ¡Vamos al cuarto! (Pretende llevarla al cuarto de atrás)
NELLY: (Segura, molesta, se resiste) ¡Soltame te digo! ¡Soltá!
FELIPE: (Exigente, imperativo) ¡Vamos! ¡No te hagas la estrecha!
(Hay un breve forcejeo)
NELLY: (Finalmente logra zafarse y lo insulta ) ¡No seas pelotudo! ¡Imbécil! …
¡Se llega a enterar Enrique de esto, te pasa por la máquina de picar carne!
¡Forro!
FELIPE: (La amenaza subrepticiamente) ¡Y si le hacen una llamada a la esposa,
veremos lo que te pasa a vos!
NELLY: (Desafiándolo) ¡Ojalá se la hicieran! (Se va inquieta, hace unos pasos
por el pasillo y de frente se encuentra con BEATRIZ. Se pone más nerviosa y
trata de disimular) ¿Me buscaba, Beatriz?
BEATRIZ: No. (Nota que algo le pasa aunque no sabe que)
NELLY: ¿Hay algo que hacer en la cocina?
BEATRIZ: Creo que no.
NELLY: Igual ya voy. Fui a comprar cigarrillos. (Se va)
BEATRIZ: (Con expresión de extrañeza se acerca a FELIPE) ¿Felipe, vio a Enrique?
FELIPE: (Seguro en su contestación, aunque no es parco con ella)
No, señora, por acá no anduvo.
BEATRIZ: Por favor, si llegara a verlo dígale que vaya a la caja que me tengo
que ir.
FELIPE: Sí, como no.
BEATRIZ: Gracias. (Se va hacia el sector de la estación)
FELIPE: (Continua trabajando en lo suyo. Pasado unos instantes asoma la cabeza
para comprobar si se alejo. Lluego dice a ARTURO, como ordenándole) ¡Salí!
(PAUSA) ¡Eh, culastrón! ¡Salí de ahí!
ARTURO: (Aparece, abanicando su cara) ¡Ay... me estaba ahogando allí adentro!
FELIPE: ¡Mirá qué sorpresa! Como si fuese la primera vez que estás en este baño.
ARTURO: Pero hoy es insoportable, no sé como aguantás.
FELIPE: Porque hay que trabajar. ¡El que quiere plata tiene que romperse el
culo!
ARTURO: (Sarcástico) ¡Si fuese eso solo…! (Nuevamente abre la cartera y saca
dinero. cuenta y luego le muestra a FELI PE) ¿Está bien así?
FELIPE: (Deja por unos instantes su labor de plegado y fija su mirada en el
dinero. luego, ásperamente) ¡No! ¡Ya te dije con lo que hay que ponerse!
ARTURO: (Reacciona, enojado) ¡No seas guacho que te aumenté!
FELIPE: ¿Esta miseria?… ¡Nooo!
ARTURO: ¡Sos un especulador! ¡Ladrón!
FELIPE: ¡Andá a buscarte otro baño!
ARTURO: En el de enfrente les daba lo que yo quería.
FEIPE: ¡Andá de nuevo a levantar puntos allá! ¡Van cada degenerados!
ARTURO: (Lo mira indignado y aguantando de decir lo que siente. al fin saca mas
dinero de su cartera y se lo tira sobre la mesa. le dice muy enojado) ¡Ojalá que
te agarre un cáncer! (Se va a ubicar a un mingitorio)
FELIPE: (Guarda el dinero en su bolsillo y deja un billete en el plato de la
mesa. Hace todo esto con una sonrisa perversa)
(En la confitería están los dos mozos: ROBERTO sentado frente a la caja, en el
mostrador, continúa con su tallado en la madera. JOSÉ sentado a una mesa,
piensa: se lo nota inquieto, contrariado)
JOSE: (Tras un silencio, le dice enojado, amenazante) ¡Dejá nomás que este tipo
no me pague lo que me debe… y vas a ver lo que le hago!
ROBERTO: (Alza la vista, lo mira, calmo) ¿Qué le vas a hacer?... Hay que
negociar, José.
JOSÉ: ¡Negociar, las pelotas! ¿Hasta cuándo?
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