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Jardín de otoñoDos solteronas, Rosalía y Griselda viven juntas en
un antiguo caserón propiedad de Rosalía, donde Griselda alquila un cuarto. La
vida de ambas transcurre alrededor del aparato de televisión, especialmente se
alimentan de las telenovelas (soap operas). Y dentro de las telenovelas, siguen
desde hace varios años todos los teleteatros que protagoniza su galán
predilecto: Mariano Rivas. Son fans devotas de este actor que las hace soñar
todas las tardes. El televisor es el corazón de la casa, una suerte de
aparato gigante, con características de fetiche. Ellas viven la presencia de
Marcelo el mecánico -el personaje que interpreta Mariano Rivas en el momento en
que transcurre la obra - su sufrimiento en el teleteatro, los obstáculos que el
padre de la chica millonaria le pone a Marcelo para alejarlo de su hija. En el televisor en escena se suceden las melodramáticas
situaciones del teleteatro y el espectador de la obra puede seguir la telenovela
junto con las protagonistas. Poseídas por esta pasión Griselda Y Rosalía
deciden, en un acto de trasgresión personal que las lleva más allá de sus
propias fronteras, secuestrar a Mariano Rivas y traerlo a la casona donde viven
para obligarlo a que interprete el teleteatro con ellas de protagonistas. En el segundo acto lo traen secuestrado a casa. Lo
visten de mecánico y lo obligan a representar los besos apasionados del
teleteatro con ellas. El actor asustadísimo y temeroso de que estas dos fans lo
maten, obedece haciendo lo mejor posible su personaje, aunque ellas no logran
que se excite lo suficiente como para que les quite la virginidad que arrastran
como pesada carga de una vida de represión. Esto las desilusiona hasta tal
punto que comienzan a verlo como un pobre tipo: descubren que el mechón de pelo
que las enloquece es postizo, lo denigran como hombre, y finalmente, lo echan de
la casa prefiriendo quedarse con Marcelo, el mecánico, de la televisión. |
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