Una Flor
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Una Flor

El espíritu de una mujer lo encontramos -entre otras cosas-  en el entusiasmo que ella tiene con las plantas de su jardín, aunque hoy al alma femenina la tenemos que buscar en lo alto, mirando los balcones de los edificios.

Ya casi no hay jardines en las grandes ciudades, pero eso a ella no le importa, porque una mujer sabrá que encontrar refugio para sus plantas preferidas en los más increíbles rincones de su departamento, donde hay un retazo de luz de sol.

-¡Se le ha achicado el patio, doña María! -dan ganas de gritarle desde la vereda en tono de broma.

Y es como si ella respondiera riendo 

-¡Y qué!  Me achicaron el patio y el jardín, pero el cielo y el sol siguen siendo tan grandes, tan poderosos y tan míos como siempre.

Fascina el cuidado que las mujeres ponen en sus plantas, sobre todo cuando les asoma una florcita o un brote nuevos que ve crecer vigilándolos con celo, cuidándolos con prolijidad, abonando con esmero, regando día a día con increíble puntualidad horaria, a manguera, regadera, o jarrito.

¡Y les hablan! ¡Les hablan a sus plantas! Lo supe desde chico pero igual no deja de sorprenderme y conmoverme.

Hasta tengo la impresión de que, de puro agradecidas las flores también les hablan a ellas, alegrándoles el día, aromándoles algún buen recuerdo, o perfumándoles una linda esperanza que les ilumina el mañana.

Es que una flor es la vida y la vida está hecha de esperanzas.

         A mí también las flores me gustaron desde pibe, pero como no soy nada delicado, me gustó y me gusta verlas a granel, desparramadas, cataratas de campanillas envolviendo alguna esquina del viejo barrio con su azul-violeta intensos...las retamas esperándome asomadas con su amarillo violento y su perfume salvaje...como una primavera en celo.

            Recuerdo aquellos patios bordeados de macetas encendidas con brasas malvoneras y techos de glicinas.

            Cuántas, pero cuántas cosas puede decir una flor.

            El regalo de un ramito de humildes violetas, o simplemente una rosa lo está expresando todo, porque una flor pide perdón en nombre de uno, dice te amo cuando uno se ha quedado sin palabras, e invita a la reconciliación, que es la más linda forma del amor.

            Yo no sé hablar con las flores, pero si pudiera dialogar con el jazmín -que para mí tiene fragancia a mujer-  le preguntaría:

           - ¿Cómo hizo tu creador para hacerte tan hermosa y perfumada?

            Una flor es el universo, principio y fin de una gran obra, una función de gala para mi solo, representada a cielo abierto en primavera.

            Frente a una flor me vienen ganas de aplaudirla de pie y gritar como en el teatro:

           - ¡Que salga el autor!  ¡Que salga el autor!

   

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