Desde los márgenes
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TEATRO:    DESDE LOS MARGENES     Susana Torres Molina

Orillas, apartes, fisuras, intersticios.

Desde  esa  territorialidad  (in)visible surgen vigorosamente  los nuevos hechos escénicos.

Al margen  de las estructuras de poder. Del apoyo privado o estatal. No son redituables y tampoco prestigiosos. AUN. 

Dice Alan Rudolph, director de cine: “El ambiente cultural reconoce los cambios que se dan en el arte, sólo cuando éste se convierte en un buen negocio, mientras tanto “los entendidos” rechazan esas vanguardias a las que luego terminan otorgando categoría de mito, sólo cuando las estructuras de poder, las imponen como moda. Y ahí es cuando el movimiento de vanguardia pasa a convertirse en una comodidad social”.

Desde sótanos, catacumbas, galpones inhóspitos, centros culturales barriales,  se representa la realidad desde un corte transversal y la mirada entrenada en lo oblicuo.

Una realidad hecha de fragmentos. De citas de muy diversa índole. Entrecruzamiento de estilos y lenguajes. Reciclado residual del imaginario colectivo.

Imágenes que no evolucionan desde una lógica, sino que devienen a partir de  una mecánica azarosa e intuitiva. Lógica de lo poético.

En las distintas propuestas de estos espacios de resistencia, resaltan algunos comunes denominadores: Situaciones que tienden a  enclavarse en el presente. Sin pasado ni futuro. Atmósferas cerradas, por donde se filtran ecos, resonancias.  Sonoridades lejanas y distorsionadas. Abundan las múltiples versiones de  un mismo hecho. Y el  interés no esta focalizado en revelar cual es la  versión verdadera,  por que desde el vamos está claro que la realidad es una interpretación subjetiva. 

El  énfasis generalmente está ubicado en el tono paródico, grotesco, siniestro, de una realidad a la cual parece imposible e inútil, encontrarle un sentido.

Territorio de extrañamiento. De escombros de lo que alguna vez sostuvo el Gran Relato de la Historia y el Progreso.

El discurso, la mayoría de las veces, surge como un habla balbuceante. Idioma extranjero en  su propia lengua. Tartamudeo en la constatación de  la fisura. En la puesta en crisis de todos los valores.

Otro factor recurrente  de estos espectáculos periféricos, es la fascinación por el universo de los objetos animados. Los muñecos con sus impactantes recursos dramáticos, al  poder invocar de una manera literal y pragmática,  la visión de lo desarticulado. Del desmembramiento.

Lo fragmentario también  vivenciado desde los avatares del cuerpo. No sólo desde el texto y  montaje.

Muñecos que actúan. Actores que representan a muñecos.  Actores y muñecos que interactúan. Un mundo de  zombies. La actuación desapegada de emociones, como una forma de observar con lupa una realidad siempre ajena. Bizarra.

La automatización en el gesto y el discurso dando a luz  los nuevos esperpentos.

Reflejo ineludible de una sociedad donde se cohabita con una multitud de seres que no están ni vivos ni muertos: han desaparecido. Término perverso, que aún tiene plena y trágica vigencia.

  De una manera intuitiva, experimental, de lucha cuerpo a cuerpo, estos hechos  teatrales van produciendo un  lenguaje propio.  Signos multiplicadores de  identificaciones, muchas veces inconscientes,  que propician nuevos interrogantes para los tiempos que corren, virtuales y vertiginosos.

Este teatro subterráneo,  es un foco alternativo y de firme oposición  a la cultura del megaespectáculo. A la imposición del discurso único. A la indiferencia del estado por la creación artística y por la cultura en general.

Está hecho por personas que se definen como teatristas, casi siempre sin haber pasado por  el tradicional aprendizaje y es por eso, que muchas veces no son reconocidos como profesionales. Pero no son aficionados. Sus vidas están marcadas por la experiencia teatral. Y pareciera que sólo pueden sobrevivir bajo dos condiciones, o bien consiguen integrarse en las regiones de los teatros reconocidos, aceptando las leyes de la oferta y la demanda teatrales, con los gustos de moda, con la aceptación a los últimos recursos consagrados, o bien consiguen individuar, mediante la fuerza de un trabajo continuo, de un espacio propio, buscando aquello que les otorga identidad. Singularidad.

Lo paradójico es que son precisamente estas propuestas, las que crecen al margen, en los no-espacios teatrales, con técnica y producción  mínima,  a contrapelo del consumo mediatizado;  las que son incesamente invitadas por los más importantes festivales de Europa. Cosechando éxitos y  admiración. 

Y esto sucede como consecuencia de exponer en escena, de un modo potente, despiadado, feroz,  los territorios constitutivos de “lo argentino”, tal como lo perciben los teatristas del borde.

Y que como caja china, revela a su vez  a un país periférico, marginado de los centros de poder y de sus decisiones,  cada vez más dependiente económicamente, con una pobreza que aumenta al mismo ritmo que se expande la corrupción con su perverso exhibicionismo del “todo vale”.  

Hace unos días, un pueblo de España ofreció trabajo a 14 familias,  de Rosario (una ciudad cercana a Buenos Aires) . Como requisito debían ser nietos  de españoles. No se especificaba la característica del trabajo. Hubo 600 personas forcejeando, intentado a la fuerza,  llenar la solicitud para poder  irse de su terruño. El encargado del trámite (un funcionario español)  estaba atónito y sobrepasado. Cuando las cámaras de T:V: le preguntaron como era el ánimo de las personas que se presentaban. Sólo dijo una palabra: “Desesperadas”.

De éstas y tantas otras violencias y sin sentidos cotidianos se alimenta el escenario de la precariedad.

El que fascina a los grandes escenarios europeos, justamente  por su prepotencia imaginativa. Por su riesgo impertinente.

Es cierto que donde hay poco no hay mucho para  perder, y que crear en el vaivén de la inestabilidad,  fuerza a robustecer un equilibrio mayor. A descubrir destrezas latentes.

Es como estar permanentemente sobre la  cubierta de un barco, acompañando las ondulaciones del océano.

Con la esperanza de ver tierra firme alguna vez.

Como esas familias de Rosario. Que se van, y en ese mismo movimiento de huida,  también están retornando al lugar de partida. Una vez más.

Destino de exclusión que cuando no mata, fortifica.

Y que cuando elige resistir, deja aflorar su don mas vital. La creatividad.


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