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| CUANDO TE MUERAS DEL TODO de Daniel Dalmaroni Personajes:
La escena: Monoambiente. Hay una cama matrimonial. Una mesa redonda. Sillas, demás muebles. Hay tres salidas. Una al pasillo que da a los ascensores, otra a un baño y la tercera a una cocina. ACTO ÚNICO (Susana y Mario están en la cama matrimonial. Susana duerme. Mario está sentado en la cama con una cuchilla de cocina en la mano. Mario apuñala, brutalmente, a Susana en medio del pecho. Deja clavada la cuchilla. Susana se sobresalta, se sienta de golpe en la cama). SUSANA.- ¿No te decía yo? ¿Viste que tenía razón? Nadie me escuchaba, pero tenía razón. MARIO.- (Sobresaltado, visiblemente nervioso, no entendiendo bien la situación) Su... (Haciéndose el que no entiende qué ha sucedido) Estás... herida.... llamo... llamo... SUSANA.- Creían que estaba loca. Eso decían todos: que estaba loca. ¿Pero vés que tenía razón? (Imitándolo burlonamente) "Estás... herida.. llamo..." ¿A quién vas a llamar, idiota? (Susana se para. Nada hace suponer en sus movimiento que esté herida o que la herida le moleste) ¿Sabés que ya pensaba que no lo ibas a hacer? Dije, mañana tiene que ir a declarar, si ya no lo hizo, es que no lo planificó. Y te juro que no pensaba que iba a ser de este modo. No te creía con semejantes agallas. Ojo, violento sos, obvio, pero otra cosa es tener agallas. (Mario está paralizado. No puede dar crédito a lo que ve. En realidad, aún no sabe qué es exactamente lo que está pasando. Susana mira la cuchilla que tiene clavada en el pecho) ¡Es buena! De buena calidad, quiero decir. La cuchilla, idiota. ¿La clavaste de un saque o te costó trabajo? Yo estaba tan dormida... MARIO.- Es acero alemán. SUSANA.- Arbolito. MARIO.- No, Su. Arbolito es acero nacional. Vos te confundís con los tramontina. SUSANA.- ¿Arbolito? (Mira la cuchilla) Pero mirá si voy a confundirme con los tramontina. Los tramontina tienen serruchito, mi vida, y esta es una flor de cuchilla, sin serruchito. MARIO.- (Haciéndose el desentendido) Estás herida, mi amor. Llamo a una ambulancia... (Disimuladamente se acerca a Susana y trata de clavarle aún más la cuchilla en el pecho) SUSANA.- Ya está. Soltame, tarado. Y no me digas "amor", por favor. ¿A quién vas a llamar, a quién? ¿Para qué? Dejá de actuar. Nunca pensé, sinceramente, que íbamos a terminar así. Obvio que me cansé y te denuncié, pero la verdad, que nunca pensé que llegaríamos a esto. Todavía tenía esperanzas. Yo decía que un día de estos me ibas a matar, pero era una forma de decir. La verdad, la verdad, nunca pensé que lo ibas a hacer. Pensarás que soy... (se corrige) que era una idiota, pero tenía esperanzas en nosotros. Yo te quería, Mario. Y te admiraba. Eras tan inteligente. ¿No te decía yo que eras tan inteligente que tenía miedo de que te llevaran los rusos? MARIO.- Pero.... Susana... SUSANA.- Nos queríamos. ¿Te acordás que nos llevábamos tan bien que hasta nos decíamos la verdad? MARIO.- Su... vos... entonces... ¿no estás herida? SUSANA.- Bueno, en cierto modo sí y en cierto modo no. MARIO.- Vos... entonces... estás... SUSANA.- Muerta. Muerta. ¿Acaso no me quisiste matar? ¿Me clavaste la cuchilla nueva de la cocina en el medio del pecho y me preguntás si estoy muerta? Parecés boludo, a veces. Fue instantáneo. Entró en el pecho y zaz, me morí. Casi no sufrí. (Mario se deja hacer en la cama espantado) MARIO.- Susana, vos misma lo decís: estás muerta. Bueno, entonces... caete en el piso y no me hables más. Terminá de morirte. SUSANA.- Ya me terminé de morir, Mario. MARIO.- Sos un fantasma. SUSANA.- No, los fantasmas son los muertos que no saben que están muertos y se quedan en la tierra porque, justamente, creen que están vivos. Y yo estoy bien muerta, Mario. (Reacciona, grita) ¡Vos me mataste! MARIO.- (Se cachetea a sí mismo, como queriendo reaccionar) No entiendo. ¿Qué hacés ahí paradita, hablando conmigo, si están re muerta? SUSANA.- Estoy muerta pero todavía estoy acá. ¿Creíste que te la ibas a llevar de arriba, vos? Acá hay cosas que aclarar. No te la voy a hacer tan fácil. MARIO.- Susana, si estás muerta andate ya. No creo que pueda soportar esto. SUSANA.- Ay, mirá vos, yo puedo soportar que el señor me clave una cuchilla en el pecho en plena noche, en nuestra cama, en el lecho matrimonial y él no soporta conversar con su esposa... MARIO.- Pero... estás muerta, Susana, muerta. No podemos seguir hablando si estás muerta. SUSANA.- Son puntos de vista. Si no pudiste tener un buen diálogo con tu esposa mientras vivía, aguantate que arreglemos las cuentas ahora. (Pausa) ¿Por qué un hombre mata a su esposa en plena noche? ¿Qué puede provocarle tanto odio? ¿Qué que no pueda ser superado por una conversación, una discusión, una separación, si fuera necesario? ¿Cuál es el derecho que alguien cree tener sobre la vida de otro? ¿Qué pensaste en el preciso instante en que clavabas la cuchilla en mi pecho? Era odio, rencor, desesperación, angustia, dolor? ¿Aburrimiento? ¿Estabas aburrido? ¿Qué, Mario, qué? MARIO.- Voy a llamar a alguien. SUSANA.- Va a ser inútil. Nadie te va a creer nada. MARIO.- ¿Qué querés decir? SUSANA.- Que por ahora y hasta que decida irme del todo sólo vos podés verme y escucharme. Para cualquier otro, no estoy. No me van a ver ni escuchar. Y tampoco hay cadáver, como verás (Señala la cama) MARIO.- Estás loca. SUSANA.- No. Muerta, Mario, muerta. (Le reprocha) Y vos deberías saberlo mejor que yo: me clavaste una cuchilla en el pecho. MARIO.- (Refiriéndose a la cuchilla) Dejame que te la saco, que me da impresión. SUSANA.- Ni la toques. Es evidencia. (Tocan a la puerta. Mario se sobresalta. Contesta por detrás de la puerta) |
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